35- Fue como encender una faro para atraer peligros pero estábamos tristes

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Hubo un par de minutos en los que nadie dijo nada. Todos lloraban en silencio al menor tendido aún sobre la mesa doble.

Me agaché junto a Lucas, que seguía de cuclillas en el suelo y lo rodeé con los brazos como pude. Podía sentir los sollozos del chico australiano contra mi hombro, todo él sintiéndose excepcionalmente pequeño en mi agarre.

Gunnar había apoyado su cabeza sobre sus manos y miraba la mesa con ojos vacíos sin verla en realidad. Arthur se acercó a él, poniéndole una mano en el hombro. Al ver que el mayor no reaccionaba, acercó una silla y se sentó a su lado.

Jinho seguía abrazando a Elya, acariciando su espalda intentando calmarlo. Él tenía su mejilla apoyada sobre la cabeza del otro mientras lágrimas silenciosas le recorrían el rostro.

Y Taeja... Él estaba completamente quieto, mirando al que era su amigo sin parpadear ni moverse. Rome intentaba hablar con él pero no respondía. Estaba en shock o simplemente demasiado triste como para entablar ninguna clase de conversación o para moverse.

Yo solo quería absorber el dolor de todos ellos, ¡o hacer que JoJo volviera! Pero sabía que no volvía, el tiempo era algo que no podíamos controlar y la muerte era algo que, en la forma de vida que llevábamos, nos iba a acompañar siempre muy de cerca.

No pude contener un par de lágrimas que rápidamente limpié.

Después de lo que pareció una eternidad, Gunnar habló.

—Vamos a darle una despedida como se merece —dijo en voz baja al principio—. JoJo no querría que estuviéramos quietos sin hacer nada, con Kale no pudimos pero con él, sí. Vamos a despedirle bien —añadió un poco más alto, haciendo que Arthur a su lado asintiera con firmeza.

—Es nuestro hermano pequeño y lo va a ser siempre —combinó el brasileño, poniéndose de pie y tomando la iniciativa.

Los siguientes en moverse fueron Elya y Jinho, que empezaron a recoger el estropicio que habíamos montado, tratando de eliminar pruebas.

Lucas no parecía muy por la labor de moverse así que me puse de rodillas delante de él.

Cogí sus manos que aún cubrían su rostro y poco a poco las aparté.

—Vamos —le animé en tono suave, limpiando sus mejillas con mis pulgares—, ¿echamos una mano? —dije a modo de pregunta para sonar menos demandante.

Él asintió frotándose los ojos y dejó que yo le ayudara a levantarse.

Rome se llevó a Taeja a una esquina del bar, haciendo que el más alto se apoyara sobre una mesa. Estuvieron hablando finalmente muy bajito.

Los demás los dejamos estar mientras acabábamos de recoger todo sin intercambiar palabras.

No necesitáis saber cómo envolvimos el cuerpo de JoJo, ni cómo lo llevamos a su furgoneta negra sin que nadie nos viera.

Salvo que tengáis planeado matar a alguien, pero en ese caso no quiero ser yo quien os mal influya.

Cerramos el Ms. Pepper una vez borrado cualquier rastro de haber estado allí y nos montamos en el vehículo.

Gunnar iba al volante, nadie le preguntó a dónde nos llevaba, nadie lo cuestionó tampoco.

Era la una de la mañana, la carretera estaba iluminada únicamente por los focos de la furgoneta.

Yo iba montada en el asiento de la ventanilla, junto a Elya, quien tenía la cabeza apoyada sobre el hombro de Jinho.

Todos íbamos en completo silencio, habría dicho que algunos dormidos pero no creía que fueran capaces de pegar ojo después de lo ocurrido.

Tinta Negra [TN#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora