No quería hacer una introducción porque siempre son horribles y a la gente le da igual. Pero tengo más personas detrás de mi cabeza que ganas de vivir acumuladas así que creo que corresponde poneros en contexto.
A ver, cómo os lo explico. Todo lo que vais a leer a partir de aquí sobre mí es o ilegal, o inmoral, o peligroso, o todo eso junto. Vaya, que no me toméis de ejemplo a seguir. Más bien, tomadme de ejemplo a no seguir.
Por ejemplo, ¿conocéis la famosa frase que dice "si no puedes con el enemigo, únete a él"? Es un asco. La odio. Otro ejemplo a no seguir.
Para que entendáis a qué me refiero, voy a retroceder cinco años en el tiempo. Metafóricamente hablando. Si se puede viajar en el tiempo yo no sé hacerlo. Si supiera no os estaría contando todo esto. En fin, sigamos.
Era verano y mi yo de dieciséis años estaba pasando las vacaciones en China con mis padres. Concretamente habíamos empleado el día en ir al mar en un crucero.
En las noches de verano, las aguas costeras de este país emitían un misterioso brillo azul. El fenómeno, conocido como "lágrimas azules", era causado por la floración de organismos unicelulares bioluminiscentes, que irradiaban una luz azul cuando los perturbaba el movimiento de agua.
Todo muy guay, muy romántico y muy bonito. Aquí comienza lo chungo, por supuesto.
Para empezar, esos organismos que os he dicho son tóxicos, cosa que la gente no sabía y se metía al mar a hacerse fotos muy alegremente.
Si además a eso le sumáis que una bolsa de gas que había acumulada en la corteza terrestre reventó, tenemos como resultado (y estas matemáticas no son muy complicadas) una nube gaseosa de composición desconocida y muy peligrosa que se extendió por toda la atmósfera terrestre.
Como no podía ser de otra manera, el crucero en el que yo estaba se encontraba en el lugar menos indicado en el momento menos indicado. Es decir, nos comimos de lleno la explosión.
Y diréis: "¡Madre mía! ¿Fuiste la única que sobrevivió?"
Hombre, pues no, hubo más desgraciados como yo que perdieron a toda su familia pero ellos vivieron (esas cosas que pasan en las catástrofes naturales).
Una de las supervivientes, por ejemplo, aparece en esta historia que os voy a contar.
En un placer para mí introduciros a mi única amiga: Lea Rubio.
Por aquel entonces ella era una adolescente italiana cuya familia se hospedaba en la habitación de al lado en el hotel.
Básicamente, soy la razón por la que no se ahogó en el mar de China así que desde entonces, teniendo en cuenta nuestras situaciones personales, cuidamos la una de la otra.
Esto me trae de vuelta a la nube tóxica que se liberó en la explosión, porque tuvo consecuencias.
No todo el mundo se vio afectado, de hecho, la mayoría simplemente sufrieron irritaciones en la piel y fiebres durante un período de tiempo (como Lea, por ejemplo).
Por otro lado, en la semana que la nube tardó en desaparecer, murieron en todo el mundo diez millones de personas. No son demasiadas teniendo en cuenta el total de la población mundial, es decir no llegó a estar al nivel de la extinción de los dinosaurios pero fue una buena escabechina.
Y, ¿esto en qué lugar me deja a mí? En el de los más pringados de todos. Los que no la palmamos, ni tuvimos que ir al dermatólogo.
Los que empezamos a notar dolores de cabeza al desaparecer la nube, sin haber enfermado antes, los que un día empezamos a tener convulsiones y perdimos el conocimiento. Los que al despertar ya no éramos completamente humanos.
El ser humano tiene muchos defectos, uno de ellos es que teme todo aquello que no controla o puede resultar una amenaza a su poder en la tierra y, por ello, lo intenta eliminar.
Las grandes mafias esparcidas por el mundo parecieron ponerse de acuerdo por primera vez, convencieron al mundo de que los mutados éramos un peligro para la integridad civil.
Nos clasificaron según la habilidad que habíamos adquirido al incorporarse la toxina a nuestro organismo, nos buscaron, nos capturaron y, según la amenaza que pudiéramos llegar a ser, nos adiestraron o directamente nos eliminaron.
En un intento desesperado por sobrevivir, opté por unirme al enemigo.
Cinco años más tarde, Lea y yo trabajamos para una de las mafias que persigue a los mutados, intentado salvar el cuello sin ser descubiertas.
Nuestra "nueva familia" tiene el control de las mayores galerías de arte del planeta. Esto le otorga un gran poder económico, como podréis imaginar.
A estas alturas, lo de las galerías de arte es casi un hobbie, una actividad de segundo plano. Se centran en localizar y dar caza a aquellos que son como yo.
¿Cómo se vive acabando con tus iguales? Mal. Muy mal. Pero es lo que tenía que hacer para sobrevivir. O eso creía.
Un día, el gran jefazo, el mandamás de la mafia, ordenó a mi nodo de trabajo trasladarse a una nueva ciudad en la que se iba a abrir una nueva galería. El objetivo era conseguirla y el panorama, muy peligroso.
Ahí fue donde yo, Ciara Byrne, empecé a replantearme muchas cosas.
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Tinta Negra [TN#1]
Ciencia FicciónSoy Ciara Byrne y si estáis leyendo esto es que al final he conseguido que no me maten. Mirad, chicos, el mundo está repleto de mutados -o gente con habilidades especiales, para que me entendáis-, y eso a las grandes potencias no les hace demasiada...