La vuelta a casa también fue curiosa.
Estaba ya amaneciendo y los únicos que nos manteníamos en pie decentemente éramos Gunnar y yo. Ambos habíamos bebido bastante, pero estábamos acostumbrados así que lo aguantábamos mejor.
No estoy muy segura de si Lucas estaba del todo despierto pues colgaba de los hombros de Arthur. El pobre chico de pelo negro se estaba durmiendo a cada paso que daba.
—No sé yo si esos dos van a llegar a casa —comentó Gunnar con socarronería—, comparten apartamento y no parece que ninguno de ellos vaya a ser capaz de meter la llave en la cerradura.
Arthur, que lo había escuchado, le sacó el dedo.
Lucas estaba muy ocupado intentado dar un paso detrás de otro.
Unos metros por delante de nosotros, Jinho llevaba a corderetas a Elya. El pobre había perdido el conocimiento bajando las escaleras de la entrada del Domorton. Menudo espectáculo había montado, con nosotros corriendo detrás para que no se cayera rodando.
—Hyung —dijo Jinho, haciendo que Gunnar le mirara. Así que Gunnar Boysen era el "hermano mayor" del que me había hablado Lucas—, necesitaré tu ayuda para subir a Elya a casa.
—¿No puedes con él tú solo? —preguntó el chico rubio, sorprendido.
—Sí, pero me da miedo pisar a alguno de mis gatos al entrar, ya sabes cómo se ponen cuando llego.
A mi lado, Gunnar se dio una palmada en la frente. El chico sueco accedió a ayudarle aunque le parecía ridículo.
Insistieron en acompañarme hasta la puerta de mi casa por si acaso. Era ya de día pero ya sabéis cómo es esto; una chica sola a horas raras corre peligro por el simple hecho de ser chica. Yo sabía que si alguien intentaba algo conmigo, fuera con mis poderes o sin ellos, el perjudicado iba a ser el otro. Sin embargo, agradecí que los chicos se preocuparan y fueran tan conscientes de la realidad del día a día de nosotras.
Me despedí de ellos y le deseé suerte a Gunnar llevando a los otros cuatro. Iba a hacerles de niñera.
Justo al cerrar la puerta de mi apartamento me di cuenta de lo terriblemente cansada que estaba.
Me miré en el espejo de la entrada; a través de los arneses del top se podían apreciar moratones y marcas de la pelea de la noche anterior contra los de la mafia. Agradecí internamente que los chicos no las hubieran visto, me había ahorrado muchas explicaciones.
¿Qué pasa? Incluso una buena sicaria se lleva una paliza de vez en cuando. No puedes estar metido en esto y esperar salir ileso.
Fui a mi habitación con intención de dormir pero me detuve al ver una caja encima de mi cama. Yo no la había dejado allí.
Me acerqué despacio. Encima de la tapa había una nota escrita en blanco sobre papel negro:
"Aquí tienes el vestuario para la inauguración".
Claro y conciso.
Abrí la caja con cuidado y de ella extraje un vestido largo y de aspecto vaporoso de color oro rosado. Era muy sencillo: tirantes finos de los que colgaba la brillante tela. Pude observar que tenía una raja para sacar una pierna y un cinturón negro mate que ajustaba en la cintura. Me gustaba.
Debajo del vestido había unas sandalias de tacón muy delgado y alto, negras, sin plataforma. Esas me gustaban aún más.
Lo guardé todo y me metí a la cama sin darle demasiadas vueltas al caso o a cómo habían entrado a mi casa a dejármelo. Era mi jefe, cualquier cosa era posible.
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Tinta Negra [TN#1]
Fiksi IlmiahSoy Ciara Byrne y si estáis leyendo esto es que al final he conseguido que no me maten. Mirad, chicos, el mundo está repleto de mutados -o gente con habilidades especiales, para que me entendáis-, y eso a las grandes potencias no les hace demasiada...