10- Hay que comerse a los ricos y esas cosas

1K 127 18
                                    

—Podría decir lo mismo, no sabía que los tatuadores veníais a inauguraciones de galerías de arte —comenté mientras alargaba la mano para tocar uno de sus pendientes en forma de aro plateado. No me interesaban en absoluto pero sabía que eso distraería un poco la atención de Taeja.

—Ya, bueno, lo de tatuador es una excusa —levantó ambos brazos para abarcar todo el lugar—, para desconectar de todo esto.

Enarqué una ceja pues no entendía a qué demonios se refería.

—Mis padres son de la embajada coreana aquí, de hecho —hizo una pausa acompañada de una mueca de amargura—, ellos son la embajada. No es un mundillo que a mí me guste demasiado, pero yo también soy parte de la familia Hwang...

Varias cosas conectaron en mi mente después de esa declaración. Los padres de Taeja eran la embajada interesada en comprar la galería de arte.

El pecho me dolió un poco al pensar eso, no pude evitar desear librarme de ellos sin tener que hacerles daño... Eso implicaría herir a Taeja y no me hacía gracia.

Por otro lado, ya entendía el aspecto siempre tan impoluto del chico, que recordaba casi a un príncipe.

—Por eso tú no tienes tatuajes —dije con tono de obviedad. No sabía qué podía mencionar sin correr el riesgo de que él me preguntara a mí.

—No sabes lo que se enfadaron conmigo cuando me hice los pendientes —comentó sonriendo de nuevo como hacía siempre—, ¡pensaba que me iban a desheredar!

Me eché a reír, sobre todo porque no creía que a Taeja le importara demasiado su herencia.

Lo observé coger una copa de champán que le ofrecía un camarero. Sus manos eran grandes y llevaban varios anillos de plata pero cogieron la copa con cuidado. Le dio las gracias al camarero con una sonrisa que no lo dejó indiferente. Sí, él también se había sorprendido de la belleza de Taeja.

A mi amigo le caía elegantemente el cabello negro hasta las cejas, separado por una raya en el medio que dejaba ver su frente.

—No me mires tanto, parece que me haya salido un tercer ojo —se quejó medio en broma, tapándose la cara con una mano. Me sentí muy idiota por haberme embobado otra vez con el pobre chico.

—Perdona —dije deseando poder esconderme debajo de una mesa. No quería incomodarlo—, es que, osea...

—No lo digas, por favor —me pidió y pude ver su rostro entristecerse un poco.

—¿El qué? —pregunté algo confundida.

—Ibas a decir que soy guapo o atractivo o algo así, ¿verdad? —asentí despacio sorprendida por su tono repentinamente bajo y sin alegría— Por favor, no lo hagas, estoy harto de oírlo siempre... Perece que solo me valoran por eso y mis padres sé que me traen a estos eventos también por lo mismo.

—¿Perdón? —si lo había entendido bien y sus padres lo utilizaban de atractivo en eventos para conseguir los favores de la gente...

—¿Recuerdas que te dije que yo hago los diseños de los tatuajes? El de Jinho del símbolo de Loki es mío, por ejemplo —abrí los ojos al saber eso. Recordaba que cuando lo había visto me había llamado la atención por lo hermoso que era el diseño—. Bueno, realmente yo quería estudiar Bellas Artes, pero mis padres y conocidos dijeron "eres muy guapo, no necesitas nada más para ganarte la vida ahora", así que aquí estoy...

Literalmente habían ignorado cualquier cosa que Taeja quisiera hacer con su vida y lo habían reducido a una cara bonita.

Hay una cosa que odio y es limitar a las personas por lo que parecen. No puedes pretender encasillar a nadie en un sitio, no sabes quién es, qué piensa o qué quiere. Tanto para lo bueno como para lo malo.

Tinta Negra [TN#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora