Veinte minutos más tarde, estaba en la puerta del Bul practicando mentalmente lo que les iba a decir.
La verdad es que empezar mi discurso con un "chicos, no es lo que parece" era claramente lo menos indicado. Pero si decía "es lo que parece, no me matéis", me iban a matar. Todo eso, suponiendo ya de primeras que estuvieran dispuestos por algún motivo a dejarme entrar y escucharme. Ya, pintaba mal la cosa...
Antes de arrepentirme de lo que iba a hacer y optar simplemente por abandonar la ciudad, llamé a la puerta. Fueron un par de golpe con los nudillos pero sé que lo escucharon.
Desde fuera no se veían luces ni actividad de ningún tipo. De hecho, a esas horas la zona estaba casi desierta. La gente seguía intentando evitar las calles lo máximo posible a raíz de la continua caza de mutados. Si a eso le sumabas el accidente que habíamos generado esa mañana, del cual había escapado por lo menos un griego... El panorama estaba movidito.
Esperé cinco minutos delante de las paredes decoradas con llamas sin recibir respuesta alguna. Marcharme no era una opción por mucho que mis piernas deseaban salir corriendo en dirección contraria, así que volví a llamar con un poco más de insistencia.
Entonces sí percibí el sonido metálico característico de un arma siendo cargada. Aguanté la respiración. Sabía que iba a entorno hostil y me había mentalizado para ello, pero esperaba que me dieran la opción de respirar primero.
Finalmente, la puerta se abrió. Fueron apenas unos centímetros, lo justo para dejarme entre ver el ojo acusador de Gunnar. Ojo que me escaneó de arriba abajo antes de dejarme entrar.
El local estaba completamente a oscuras. Distinguía las siluetas de Rome y Arthur porque se habían colocado cerca del escaparate y les llegaban restos de la luz de las farolas en el exterior.
Elya y Lucas se encontraban recostados contra la pared opuesta. Parecían dos manchas negras mimetizándose con las sombras. Sin embargo, era consciente de que el último de ellos, de brazos cruzados, ni siquiera se había molestado en levantar la mirada del suelo.Ninguno de ellos iba armado, lo que significaba que...
—No sé qué explicación vas a tener para esto, pero más vale que te pongas creativa —la voz de Gunnar hizo que un escalofrío me recorriera la columna al sentir la punta de su pistola contra mi espalda—. No quieres problemas así que, si llevas armas encima, yo las iría sacando —apuntó con severidad. Nunca le había escuchado hablar así. Era como cuando en el colegio tu profesor favorito te decía que le habías decepcionado porque te habías portado mal. Pero con mi vida en peligro. Y el profesor en cuestión siendo un sicario buscado por las autoridades.
Despacio, levanté las manos frente a mí.
—No llevo nada, podéis comprobarlo —les invité sin levantar mucho la voz. Debía evitar hacer o decir nada que pudiera alterarlos más de lo que ya lo estaban.
Arthur se acercó y comprobó todos mis bolsillos y posibles escondites. Solo sacó las llaves del apartamento de Lea y mi móvil. Ni siquiera había cogido la cartera.
—Está limpia —murmuró cuando hubo acabado, volviendo a su posición junto al canadiense. De todos los chicos, este era el único que no parecía enfadado. Aunque no era capaz de leer su expresión, neutra y firme, carecía de la agresividad que mostraban los demás en esos momentos.
Sentí la pistola despegarse de mi espalda y Gunnar entró en mi campo de visión, a mi derecha.
Sabía que eso era una instancia para que empezase a hablar pero, por mucho que hubiera practicado por el camino, dado el momento ya no sabía ni por dónde empezar.
Mi cabeza funcionaba a toda velocidad. Había llegado el momento de dejar de mentir, de desvelar toda la verdad y no tenía ni idea de cómo hacerlo.
Me había refugiado tanto en lo que yo había inventado con tal de ocultar mi verdadera realidad, que la idea de que una confesión saliera por mi boca resultaba simplemente imposible.
No sabía cómo formularlo, mi cerebro olvidando de repente todos los idiomas que conocía.
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Tinta Negra [TN#1]
Science FictionSoy Ciara Byrne y si estáis leyendo esto es que al final he conseguido que no me maten. Mirad, chicos, el mundo está repleto de mutados -o gente con habilidades especiales, para que me entendáis-, y eso a las grandes potencias no les hace demasiada...