—Aquí tienes —dijo Lea cuando volvió con el paquete y se lo entregó a Lian. Era una pequeña caja roja adornada con dibujos dorados. Parecía... cara.
—De verdad, muchísimas gracias —repitió tomando el objeto con cuidado e inclinándose. Con eso se despidió y se fue.
Ambas nos quedamos observando cómo desaparecía por el pasillo del gran hotel antes de mirarnos con los ojos abiertos cómo platos.
—¿Por qué no me habías dicho que tu amigo tenía una prima que era una diosa reencarnada? —me acusó Lea como si fuera la peor de las ofensas.
—Porque no lo sabía —me defendí levantando los brazos—. Zhong Lian —murmuré pensativa—, ¿crees que tendremos que tenerla en cuenta en nuestras operaciones?
Lea movió la nariz pensativa antes de responder. Consultó una cosa en el ordenador que tenía en su puesto y negó con la cabeza.
—No tengo ni idea —confesó—. Aquí pone que la familia Zhong ha llegado esta mañana desde China... podría estar relacionado con todo este jaleo o podría ser pura casualidad.
—Y tú esperas que sea casualidad —dije con cara de póker antes de ser interrumpida por mi móvil recibiendo una llamada.
Lo saqué del bolsillo de mi pantalón y fruncí el ceño al ver la pantalla. ¿Gunnar Boysen me estaba llamando?
Se lo enseñé a Lea antes de contestar. A ella también le extrañó.
—¿Gunnar? —pregunté, apartándome un poco a un lado para que Lea pudiera seguir atendiendo a los clientes del hotel y para que no nos escucharan.
—Kiera necesitamos tu ayuda —su tono de voz fue tan serio y contundente que parecía que me estaba dando una orden en lugar de pidiéndome un favor—; estamos sufriendo un ataque en las afueras y alguien tiene que monitorizarlo, pero tenemos clientes en el Bul —apreté la mandíbula con fuerza. Estaban llevando a cabo una operación de día, eso era muy peligroso.
Solté un fuerte suspiro, tratando de ignorar el nudo de mi garganta. Imaginaba que no era mi mafia la que los estaba atacando porque si no a Lea y a mí nos habrían convocado. Eso significaba que yo no podía hacer nada para protegerlos.
—Tienes suerte de que haya acabado mi turno, voy para allá —le aseguré antes de colgar. Me acerqué al mostrador de Lea y di unos golpecitos para que me mirase—. Parece que hay problemas en el paraíso, me voy —ella me respondió con un gesto de la mano.
Me dirigía al local de tatuajes lo más rápido que me permitían mis piernas. Podía sentir la sangre que bombeaba mi corazón en los oídos y el sudor frío recorrerme la nuca.
El local se encontraba a unos veinte minutos del Hotel Palace. Cuando por fin vi su fachada negra con llamas pintadas traté de calmarme un poco. No era cuestión de entrar y que pareciera que venía de la guerra.
Desde fuera pude ver a Arthur tatuando a una chica que estaba recostada en una camilla, y a Taeja hablando con otro cliente de un diseño.
Entré buscando con la mirada a Gunnar, por ser él quien me había llamado. Sin embargo, fue Rome el primero en acercarse a mí.
El chico estaba en el recibidor y cuando me vio me hizo señas para que fuera con él.
—Necesito que te encargues de recibir a los clientes, si tienes alguna duda de algo habla con Taeja —me indicó rápidamente, a lo que yo asentí poniéndome al otro lado del mostrador—. Tengo que ir a monitorizar a los chicos, Gunnar está trabajando también —me indicó, señalando con la cabeza al chico rubio que estaba tatuando a un señor calvo en una camilla que antes no alcanzaba a ver.
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Tinta Negra [TN#1]
Ciencia FicciónSoy Ciara Byrne y si estáis leyendo esto es que al final he conseguido que no me maten. Mirad, chicos, el mundo está repleto de mutados -o gente con habilidades especiales, para que me entendáis-, y eso a las grandes potencias no les hace demasiada...