56- Vamos a esperar que no hubiera ningún abuelete entrometido

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Ahora vosotros os estaréis preguntando: "Oye, Ciara, ¿dónde se reúne uno para planear la traición a su mafia con un cuerpo de seguridad?"

Pues muy fácil, chicos: en un parque de jubilados a media noche.

Lea consiguió que el oficial Brown quedase con nosotras ese mismo día. En realidad, él creía que solo había quedado con mi amiga, pero bueno.

Dejé a Lucas y Elya en el apartamento diciéndoles que me iba de copas con Lea. No sospecharon nada cuando me vieron salir de mi cuarto vestida con mis pantalones de cuero negros, botas militares, un jersey de cuello alto y una bomber rellena de pelo falso. No era cuestión de ir en plan hostil a hacer negocios.

Aunque me escondí una pistola en la chaqueta.

En fin.

—¿Volverás muy tarde? —preguntó Elya, que estaba agachado jugando con Luna.

—No lo sé, la verdad, dependerá de las ganas que tenga Rebecca de fiesta —respondí con simplicidad, guardándome el móvil en el bolsillo y buscando las llaves de casa con la mirada.

—Ten cuidado —me pidió Lucas, acercándome dichas llaves, que se habían quedado en la cocina en algún momento. Le dediqué una sonrisa amable y le revolví el pelo a modo de agradecimiento. Era muy mono cuando se sonrojaba—. Nosotros mañana nos juntaremos con Gunnar y estos para concretar planes, los próximos días probablemente también —me explicó acompañándome hasta la puerta de casa.

—Vosotros sí que debéis tener cuidado entonces —señalé alzando las cejas. Él hizo una mueca dándome la razón y me dio un abrazo antes de abrir la puerta. No sabéis lo mal que lo pasé por si notaba el arma escondida entre mi ropa, pero no dijo nada al respecto—. Buenas noches —exclamé para que Elya también lo escuchara y salí del apartamento en dirección al parque.

Paseo patrocinado una vez más por Google Maps. Daba igual los meses que llevase en la ciudad, yo seguía desorientada.

Con Lea quedé cinco minutos antes de la hora en la entrada del sitio, junto a un árbol enorme que había allí.

Repasamos rápidamente lo que le íbamos a decir al oficial y nos dirigimos al punto de reunión.

El camino dentro del parque estaba bordeado por farolas que lo alumbraban y arbustos delimitando la zona.
No nos costó a lo lejos distinguir una figura masculina, vestida con un abrigo de paño oscuro, esperando recostado contra un tronco.

Cuando se percató de nuestra presencia, se incorporó y empezó a avanzar hacia nosotras.

—Imagino que esto no es una cita, ¿no? —fue lo primero que dijo cuando llegó frente a nosotras.

Se trataba de un chico de treinta-y-muchos, de cabello rubio peinado hacia atrás y mirada dura.

Sentí cómo me escaneaba de arriba abajo, haciendo especial hincapié en las dos alas de ángel que tenía en el dorso de mis manos. ¿Me estaba juzgando? Probablemente.

—No lo es —le respondió Lea con una sonrisa que podría haber sido confundida como amable pero yo sabía que era la que ponía para conseguir cosas—. Venimos a ofrecerte un trato.

—Si es un descuesto de una discoteca, no me interesa —se burló él, mirándome de reojo otra vez y guardando las manos en los bolsillos de su abrigo. Tomé aire profundamente; no quería enfadarme antes de empezar con el tema peliagudo.

—Tenemos información que os podría gustar —intervine en tono serio, haciendo que él también se pusiera así. El frío de la noche invernal no animaba a bromear precisamente.

Tinta Negra [TN#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora