No me soltó la mano en ningún momento.
Me despedí de Gunnar y Rome con un gesto de la cabeza que me devolvieron y subimos las escaleras que llevaban a mi puerta.
Saqué las llaves como pude y entramos.
Ahí fue el maravilloso momento en el que me di cuenta de que yo acababa de volver de la misma operación que ellos y eso significaba que tenía el cuerpo lleno de golpes. No lo había notado demasiado hasta entonces por la adrenalina, pero en esos momentos se hizo muy presente.
Me alegraba de que la ropa que me habían dejado fueran unos pantalones largos y un jersey de cuello alto porque si no...
Hice que Taeja se sentara en una de las sillas de la cocina.
—¿Quieres comer algo? —pregunté sin levantar mucho la voz. Él negó con la cabeza. Imaginaba que iba a recibir esa respuesta, pero tenía que intentarlo— ¿Ropa cómoda? —le ofrecí también, preparándome un bol de cereales sin leche para mí. Lo siento, es que yo sí tenía hambre.
Me apoyé contra la encimera, mirando a mi amigo, que estaba cabizbajo con los ojos fijos en el suelo. Los tenía hinchados y enrojecidos, al igual que sus mejillas y nariz.
Empecé a comerme los cereales con una cuchara, no sé si esperando que dijera algo o simplemente tratando de relajarme un poco después de un día tan intenso.
Las imágenes de la pelea se repitieron en mi cabeza. Las imágenes borrosas. Si yo lo hubiera dejado inconsciente, no le habrían alcanzado con una bala. O sí. No podía estar segura de ello.
Fuera como fuera, JoJo ya no estaba. Habían sido dos muertes muy repentinas en cuestión de semanas. No sabía si los chicos se habían enfrentado a algo así antes, pero lo dudaba.
—No sé qué hacer —habló por fin Taeja, sacándome de mis pensamientos. Aunque fue casi inaudible, me hizo mirarle y dejar los cereales a un lado.
—¿Con qué? —pregunté animándole a hablar.
—Mis padres —respondió simplemente. Tomó aire profundamente de forma entrecortada y lo soltó en forma de suspiro—. No sé si debería irme como ellos quieren y así no me tienen de relación directa con los chicos... O si debería quedarme con mis amigos y arriesgarme a que los pillaran por mi culpa aunque les plantase cara.
El chico hablaba sin apartar la mirada del suelo, abatido, como si cualquiera de los dos futuros le pareciera horrible.
En el fondo tenía razón. Podía quedarse con los chicos, era la opción más tentadora, se enfrentaría a sus padres y seguiría con sus amigos. Pero su familia era la embajada coreana y podían presionarlo para saber cosas. Ya lo habían hecho, por lo que me había dado a entender.
Si se marchaba, se desvincularía de los chicos de forma que no podrían usarlo en contra de ellos. Pero eso implicaría dejar a las únicas personas que a estas alturas parecían importarle y quererle.
—Tomes la decisión que tomes, te voy a apoyar, eres mi amigo. Y sé que los chicos estarán contigo también —traté de reconfortarlo de alguna manera, yo no podía decidir por él pero imaginaba que necesitaba sentirse respaldado.
—No sé si les gustará la idea de que me vaya después de... perder a dos de nosotros —murmuró jugando con un anillo plateado que llevaba en uno de sus largos dedos—. Es que tampoco es seguro para ellos tenerme a mí en medio cuando soy el más vulnerable y pueden usarme para llegar hasta ellos —se quejó, por fin levantando la mirada para hacerla coincidir con la mía.
—Lo estarías haciendo por su seguridad, Taeja, es comprensible —dije volviendo a coger mis cereales con intención de acabármelos.
Se quedó de nuevo en silencio, pensando. Pensaba que iban a ser unos segundos pero al final se hizo incómodo y tuve que apartar mis ojos.
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Tinta Negra [TN#1]
Ficção CientíficaSoy Ciara Byrne y si estáis leyendo esto es que al final he conseguido que no me maten. Mirad, chicos, el mundo está repleto de mutados -o gente con habilidades especiales, para que me entendáis-, y eso a las grandes potencias no les hace demasiada...