En casa recibí la esperada llamada de mi jefe con instrucciones sobre nuestro siguiente movimiento.
Como una de sus agentes estrella, tenía el "honor" de recibir órdenes directamente de él en vez de por medio de un intermediario.
—La galería de arte abrirá en una semana —me explicó. Yo, con toda mi profesionalidad, estaba preparándome unos macarrones con tomate precocinados en el microondas—. La gala de inauguración es muy importante, irán sus potenciales compradores. Necesito que Lea y tú vayáis, los fichéis y... si podéis deshaceros de alguno...
—Lo hacemos —terminé su frase, parando el microondas justo a tiempo para que no empezase a pitar.
—Exactamente —confirmó mientras yo intentaba coger el plato sin quemarme demasiado—. Te llegará la invitación con las indicaciones en los próximos días.
—De acuerdo —mascullé, sufriendo porque el plato ardía. Cuando mi jefe colgó dejé caer el plato sobre la mesa y solté un suspiro—. Bueno, me acabo de quedar sin huellas dactilares con las que dejar pruebas.
Como soy un poco impaciente, me empecé a comer los macarrones sin esperar a que se enfriaran. Parecía estúpida masticando con la boca abierta para que aquello ventilara.
Al día siguiente entraba a trabajar al medio día así que podía dormir hasta tarde. Eso fue una excusa para quedarme levantada hasta las tres de la mañana volviendo a teñir de blanco el mechón delantero de mi pelo e intentando pintarme las uñas decentemente. Antes muerta que sencilla. Bueno, no.
A lo que iba es a que al final, al despertarme para ir a trabajar, tenía sueño igualmente.
Entré al Ms. Pepper como siempre en dirección a la zona de empleados para cambiarme al uniforme de trabajo: unos pantalones largos negros de pinza y un polo rosa chicle y azul claro. Sin embargo, en ese momento llevaba mi ropa normal.
—Bonitas botas —dijo una voz conocida cuando pasé por delante de las mesas con gente comiendo. Me detuve en seco.
Al girarme vi al chico del día anterior, Lee Jinho, comiéndose una enorme hamburguesa. Con él había otro chico, de barbilla afilada y pelo negro rapado por los lados pero largo liso por arriba y por detrás. También llevaba tatuajes por los musculosos brazos. Me gustaba su estilo.
El hecho de que remarque lo de sus brazos no es casualidad. Osea, eran enormes, como columnas de parking. Me quedé alucinada.
—Hoy tu amigo sí que ha podido venir —dije señalando al otro chico con la cabeza—. Soy Kiera Byrne —me presenté al desconocido que miraba a Jinho con una ceja enarcada, en busca de explicaciones.
—Estaba ayer atendiendo la barra mientras esperaba a Taeja y estuvimos hablando —respondió él sin darle mucha importancia—. Le va el rollo de los tatuajes —para corroborar lo que el chico estaba diciendo yo le enseñé mis brazos y señalé las medias lunas de mis pómulos.
Acabo caer en que igual algunos os estáis preguntando cómo puedo tener tantas "marcas" que me identifiquen trabajando para una mafia. Bueno, normalmente aquellos que me ven no suelen seguir con vida o asociarme con la amenaza, así que da igual.
—Yo soy Arthur Oliveira —dijo el chico inclinando un poco la cabeza y sonriendo. Vale, por el nombre y lo que había dicho antes intuí que ese no era el chico al que esperaba el día anterior.
—Le dije que se pasara por el Bul si le interesaban los tatuajes —dejó caer Jinho para recordarme lo que habíamos hablado el día anterior, mirándome de reojo.
—Deberías hacerlo —al tal Arthur le gustó la idea porque habló entusiasmado—, estoy seguro de que algo te interesará. Además de tatuajes también hacemos piercings —añadió señalando mis orejas perforadas—. Cerramos a las nueve, pero como ya te conocemos no pasa nada si llegas un poco tarde.
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Tinta Negra [TN#1]
Science FictionSoy Ciara Byrne y si estáis leyendo esto es que al final he conseguido que no me maten. Mirad, chicos, el mundo está repleto de mutados -o gente con habilidades especiales, para que me entendáis-, y eso a las grandes potencias no les hace demasiada...