Tinta Negra [TN#1]

17- Una pequeña dosis de esquizofrenia y paranoia nunca viene mal

Ya sé lo que estáis pensando: "Ciara, ¿te tocó limpiar el estropicio?"

Pues no, por suerte no. Los otros trabajadores lo limpiaron mientras a mí de daban un ratito para relajarme después de lo ocurrido.

No hubo muchos más clientes ese día. Supongo que la gente tenía miedo o algo así. Además, me contaron que era la primera vez que atacaban el local, por eso no habían sabido cómo reaccionar. Me estuvieron dando las gracias todo el rato lo que resultaba mucho más incómodo de lo que podáis imaginar. Sobre todo, cuando lo acompañaban de una pregunta sobre cómo había sabido qué tenía que hacer y me tocaba improvisar la respuesta.

Por algún motivo no podía quitarme de la cabeza la imagen de Elya agachado, sujetándose la herida sangrante y abriendo los labios ligeramente. No sabía si su intención había sido pedir ayuda o gritar... El gesto había sido extraño, aunque teniendo en cuenta su situación supongo que simplemente llenar los pulmones de aire le supondría bastante dolor.

Me sentía bastante inútil por no haber sido capaz de intervenir antes y protegerlo, me había bloqueado pensando si debía hacer algo o no y al final un amigo había resultado herido.

Por eso, cuando por fin acabó mi turno por la tarde, decidí cumplir mi palabra e ir a hacerle una visita al hospital. Jinho me había mandado un mensaje diciéndome que estaba bien, que habían tenido que echarle unos cuantos puntos a la herida y que querían que se quedara por la noche porque le había subido la fiebre, pero que estaba bien.

Usé una vez más Google Maps para encontrar el hospital y ni siquiera tuve que preguntar dónde estaba la habitación de Elya porque en la recepción distinguí el pelo rubio y las espaldas anchas de Gunnar Boysen. Iba con otro chico más alto que él, negro, de pelo rapado por abajo y por los lados en un degradado a los cortos rizos de arriba. Su rostro me recordaba al de un cachorro emocionado. Era Rome Knowles.

Me acerqué a ellos, siendo recibida por la sonrisa con hoyuelo de Gunnar.

—Ya nos hemos enterado de lo que ha ocurrido —me dijo mientras subíamos al gran ascensor para buscar la planta de Elya.

—Sí, cuando me han llamado al principio pensaba que era algo importante y me he asustado pero luego he visto que era Elya en problemas otra vez y se me ha pasado —Rome acompañó su ácido comentario con una risa inocente que dejó muy claro que se trataba de una broma. Encajaba con la descripción que Taeja me había dado de él, sí. Además, su voz era ligeramente nasal pero resultaba suave.

—Pobrecito, encima de que me echa una mano —comenté, riéndome yo también.

Una vez llegamos a la planta correspondiente identificamos la habitación en cuestión porque Kale Teave estaba fuera hablando por teléfono.

—Había dejado aquí a papá oso para evitar que Jinho y Elya hicieran alguna locura; esos dos juntos son muy peligrosos... —comentó Gunnar antes de llegar junto a Kale y estrecharle un hombro. Me costó unos segundos darme cuenta de que realmente acababa de llamar al mayor de los chicos "papá oso".

—Estoy hablando con Arthur y Lucas, que están en el local —nos informó, tapando el micrófono del móvil con una mano—. Taeja y JoJo ya se han pasado por aquí y ahora van a trabajar.

Gunnar asintió con expresión afable, como si le agradeciera a Kale estar atento a lo que hacían los demás chicos.

Entramos a la habitación. Allí estaba Elya recostado en su camilla a la que le habían levantado un poco el respaldo para que no estuviera totalmente tumbado. Y, sí, llevaba una de esas batas horribles de hospital. No me hizo falta preguntar para tener la certeza de que Jinho ya le había hecho fotos suficientes como para burlarse de él lo que le quedaba de vida.