25- Obra caritativa de la semana hecha, ¡y con chupitos!

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Y mi intuición no me fallaba. Gunnar se encontraba en el mismo bar mugriento al que había ido yo la noche que había descubierto que los chicos eran el nuevo grupo criminal de la ciudad. Lugar donde Taeja me había encontrado borracha perdida y hecha un desastre.

Ya, el chico sueco no se encontraba en mucho mejor estado.

Pedí una cerveza en la barra y me dirigí a la mesa donde estaba él solo sentado.

Tenía la cabeza enterrada en sus brazos y un montón de botellines vacíos delante.

Apoyé mi jarra haciendo ruido para que se percatara de mi presencia. Solo soltó un gruñido, molesto.

—¿Es muy estúpido si pregunto cómo te encuentras? —cuestioné sentándome en la silla vacía delante de él.

Gunnar se levantó para mirarme con ojos nublados antes de tomar un botellín medio lleno y darle un par de buenos tragos. Dejó la cerveza casi vacía sobre la mesa antes de apoyar los codos en esta y descansar la cabeza entre sus manos. Soltó un largo suspiro antes de hablar.

—Mi cabeza ahora mismo es como el buscador de Internet.

—Explícate —le pedí después de beber yo misma de mi jarra.

—Hay quince ventanas abiertas, siete están congeladas y no sé de dónde viene la música.

Vale, esa no era la respuesta que me esperaba en absoluto. Pero mejor eso que nada.

—Estás en un pub nocturno, ya sabes de dónde viene la música —le seguí el rollo. Si se había bebido todo lo que tenía sobre la mesa su cerebro no podía funcionar en condiciones en ese momento.

Me dedicó una media sonrisa antes de que le entrara la risa tonta.

Tenía el cabello rubio blanquecino desordenado y sus ojos azules estaban inyectados en sangre por el alcohol.

—¿Cómo están los chicos? ¿Has hablado con ellos? —me preguntó, esta vez más serio, mareando la poca cerveza que le quedaba en el botellín. Se me encogió un poco el corazón al oír aquello— Sé que debería ser yo quien esté ahora dándoles fuerza pero... no puedo, Kiera, no puedo dejar que me vean así, soy su líder...

—También tienes derecho a ser humano, ¿sabes?

—Pero no lo soy —me recordó mirándome por el rabillo del ojo antes de acabarse el botellín y levantarse a pedir otro. Me sorprendió lo recto que andaba para la cantidad de alcohol que llevaba en sangre. Aun así, estaba claramente borracho.

La verdad es que no me imaginaba lo que sería estar en su posición. Él era el líder, el hyung confiable. Creía que tenía que ser siempre fuerte para los chicos, pero eso no era necesariamente cierto.

No tardó mucho en volver. Llevaba dos cervezas, una en cada mano. La segunda la puso delante de mí.

—Yo invito —dijo haciendo que me diera cuenta de que yo ya casi me había acabado mi jarra. Bebo rápido, ¿vale?

—Solo he visto a Elya, Jinho y Arthur —informé. Pude ver cómo levantaba las cejas al oír el nombre del segundo—. Los dos últimos te estaban buscando, parecían cansados.

—Le dije a Arthur que se quedara al cargo de los chicos, es demasiado cabezota —se lamentó negando con la cabeza—. ¿Elya?

—Estaba... bastante mal, si te soy sincera —pude ver la amargura en el rostro de Gunnar al oír mis palabras—. Ha venido a mi casa porque no podía estar solo con sus pensamientos —recordé las palabras del chico en mi habitación.

Tinta Negra [TN#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora