A la mañana siguiente nos reunimos todos en el gran salón que había en la planta baja para discutir qué hacer.
Fui la última en levantarme y me arrastré como pude hasta donde estaban los demás. Había dormido muy poco en los últimos días y estaba empezando a pasar factura.
Allí estaban ya Gunnar, Lucas, Taeja, Elya y Jinho. Detrás de mí entró Arthur con su café con chocolate y poco después le siguió Rome con aspecto de acabar de ducharse pues su corto pelo rizado estaba mojado.
—¿Alguien sabe por qué había una mancha de tomate en la bañera del baño frente a la cocina? —preguntó extrañado antes de sentarse ante la gran mesa central, donde tenía su portátil cargando.
Elya, Lucas y yo intercambiamos una mirada cómplice pero no dijimos nada.
Nos acomodamos todos más o menos entre los sillones, la mesa y el sofá de la gran sala antes de empezar a hablar.
Gunnar propuso dos opciones: abandonar la idea de dar un golpe y dejar definitivamente la ciudad, o ir a por la galería de arte adelantando su plan.
Arthur coincidía con el mayor de todos en que era mejor a esas alturas seguir adelante pues ya estaban detrás de ellos. Sin embargo, ambos entendían que hubiera votos en contra.
Taeja mantuvo su posición en todo momento, recordando que tarde o temprano él se tendría que marchar pero que les ayudaría en todo lo que pudiera hasta que eso llegara.
Elya y Rome eran los que más dudas tenían con respecto a seguir con el plan establecido, aunque este último parecía estar buscando formas de adaptarlo a su situación actual.
Por otro lado, Lucas y Jinho parecían abiertos a opciones como si estuvieran de acuerdo con ambas posibilidades.
—Hagamos lo que hagamos, no podemos estar en la ciudad mucho tiempo —recordó Arthur, a lo que yo asentí para darle la razón en silencio. Si algo tenía muy claro era que no podía permitir que estuvieran en el territorio de las mafias en esos momentos.
Jinho se removió incómodo en su silla, como si no le gustara la idea, haciendo que le mirásemos extrañados.
—Jinho tiene un asunto pendiente en la ciudad —aclaró Gunnar, dedicándole una mirada de compresión al aludido que destensó los hombros. ¿Qué asunto tenía pendiente? ¿Por eso estaba así anoche?—. Él se encargará de gestionarlo en solitario, no le llevará mucho tiempo.
Nadie hizo preguntas al respecto, cosa que me dejó un poco descolocada, y no me parecía el momento de ser yo la que pusiera pegas en ese sentido. Yo estaba un poco de espectadora para asegurarme de que no planeaban ninguna locura... Bueno, más locura de lo normal.
—Necesitaré bajar a la ciudad el lunes, pero no creo que me lleve mucho más de un par de días —explicó con simplicidad, restándole importancia al asunto.
Gunnar asintió antes de desviar su mirada hacia Rome, que parecía inmerso en su portátil en esos momentos.
—¿Has conseguido los planos que te pedí? —le preguntó haciendo que el aludido levantase la cabeza de la pantalla, moviéndola en gesto afirmativo.
—Tengo todas las plantas del edificio Eros, incluidos los sótanos y las cámaras de seguridad. Además, creo que ya sé cómo entrar desde arriba sin necesidad de... —agitó las manos en el aire en gesto caótico. Intuí que se refería a que no tendrían que usar sus poderes, o demasiada violencia, o los gatos de Jinho—. Si conseguimos organizarnos bien, a finales de diciembre, sería una buena opción.
—La gente estaría centrada en las fiestas de Navidad o completamente enloquecidos por las cazas de mutados, no estaríais tanto en el punto de mira. Salvo que antes la lieis mucho, claro —combiné, entendiendo a qué se refería el chico, quien levantó una mano en mi dirección como si me diera la razón.
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Tinta Negra [TN#1]
FantascienzaSoy Ciara Byrne y si estáis leyendo esto es que al final he conseguido que no me maten. Mirad, chicos, el mundo está repleto de mutados -o gente con habilidades especiales, para que me entendáis-, y eso a las grandes potencias no les hace demasiada...