Desperté en el auto de mamá siendo envuelta por los brazos de Jessie, quien murmuraba palabras tranquilizadoras a la mujer que sostenía con fuerza el volante. He visto muchas películas donde alguna que otra persona sufre un desmayo y pierde sangre descontroladamente, he notado que eso mayormente sucede cuando los protagonistas están impactados, asustados, heridos o enfermos.
Es probable que mi desmayo se deba a que estaba muy impactada y asustada, pero en mi condición es malo.
Muy malo.
Hace dos horas y media llegamos al hospital, donde los generosos médicos se dispusieron a atenderme. Me tomaron unos análisis además de que decidieron que tengo que adelantar mi regreso al hospital.
—¿Crees que está empeorando? —inquiere mi hermana en dirección a mi madre.
—Realmente espero que no. Lleva tiempo en tratamiento y deseo que este funcionando, más tarde me darán los resultados de los análisis que le hicieron hace unos días y los de hoy.
—Sabemos cómo es en algunos casos. —Suspira mi hermana en su lugar—. Mi tía me dijo que sí va a prestarte dinero para que pueda internarme lo antes posible. Los médicos dijeron que si logran estabilizarme, podrán realizar el aborto.
—¿Cómo suelen ser? —me atrevo a preguntar con un hilo de voz, ignorando que Jessie había cambiado de tema.
—Intensifican los tratamientos y los cuidados, son más complicados. —Creo que se nota mucho que tengo miedo porque añade—: Tranquila, cariño, estarás bien.
La explicación de Jessie me golpea y me hace temer a los resultados de los exámenes. Mis tratamientos ya son dolorosos, me hacen sentirme mal, me agotan y me retienen dentro de este hospital.
¿Es realmente posible que se vuelvan más fuertes?
¿Puedo yo, Alyssa Weber, soportar si se vuelve vital intensificarlos?
Mi médico entra al cuarto y sé que, al igual que yo, mi mamá y hermana esperan que suelte su veredicto.
—Alyssa debe quedarse en observación. Su enfermedad está avanzando rápido y el tratamiento aún no está haciendo su trabajo. —Me dedica una sonrisa tranquilizadora al soltar lo último, pero eso no evita que un fuerte nudo se instale en mi garganta—. ¿Puedo hablar con usted en privado? —Señala a mi madre, quien no duda en salir de la habitación junto al doctor.
Me quedo observando a Jessie por algunos segundos con una expresión de angustia. No puedo evitar tener miedo de perder mi batalla contra un ridículo dragón que se esmera en hacer todo más difícil.
—¿Dónde diablos estás? —habla a su celular posicionado cerca de su oreja derecha—. Tienes razón, no me importa, pero a mamá sí —dice luego de una pausa—. Estamos en el hospital con Alyssa, el médico dice que el tratamiento no está funcionando. —Se retira el celular de la oreja y lo mira con el ceño fruncido—. Me colgó.
—¿Era Oliver? —pregunto, pero no me responde.
No se cuanto tiempo pasa hasta que mi hermano entra a la habitación. Viste la misma ropa que en casa hace algunas horas, la diferencia es que ahora se ve algo arrugada y sucia. Sus ojos están rojos, sus labios secos y parece estar temblando del frío.
—¿Qué sucedió, Aly? —pregunta acercándose a mí—. ¿Te sientes bien? —Toma mi mano.
—¡No me toques! —exclamo apartando la mano con rapidez—. Eres un monstruo, no me toques.
A raíz de mis palabras, Oliver se aleja un poco de mí. Mira a Jessie con enojo y tristeza.
—¿Ves por qué siempre digo que no debemos hacerla conocer los problemas de los adultos? —le cuestiona el castaño a la embarazada.
—Ella es igual a ti. —Se encoge de hombros—. Lo sabría todo aunque no se lo dijeran, es una niña astuta.
No digo nada. Comienzo a sentir cansancio y sueño.
—¿Por qué crees que soy un monstruo, Alyssa?
—Porque tomas las cosas sin pedirlas y mamá dice que eso no se debe hacer, que es malo —respondo lo obvio—. Solo los monstruos hacen cosas malas.
—Entiendo. —Asiente—. Sé que lo que hice estuvo mal, pero no soy un monstruo —explica aun manteniéndose alejado de mí—. Prometo no hacerlo de nuevo, ¿me perdonas?
—Bien —acepto sus disculpas y abro mis brazos para que me abrace, cosa que él hace con una sonrisa.
Pasan algunos minutos en los que le digo a Oliver todo lo que pasó además de lo que dijo el médico. Jessie se mantiene en su lugar sin decir nada, nuestro hermano mayor aún no tiene su perdón y tampoco está haciendo nada para cambiar eso.
—El doctor me dijo que con lo avanzada que está la leucemia de Alyssa lo mejor es realizar un trasplante de células madre —dice mi madre apenas vuelve a la habitación—. Eres fuerte, vas a lograrlo.
¿Lo soy?
—Está bien.
El cansancio me gana y me quedo dormida antes de poder preguntar qué es un trasplante.
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Como un cuento de hadas
ContoSi alguien tuviera que describir a Alyssa Weber usando solo tres palabras, esas indudablemente serían: curiosa, traviesa y bondadosa. Esa escurridiza niña de cinco años lucha contra todos los dragones que la acechan a ella y a su familia, sin embarg...