23. Cambios

38 10 1
                                    

Tres meses después.

Hoy es el segundo día de lo que será una semana internada en el hospital por una razón que mamá repitió cinco veces, pero que yo sigo sin recordar.

Han pasado tres meses desde que fui diagnosticada con Leucemia linfocítica aguda y desde ese entonces no he vuelto a la escuela. Una maestra me dicta clases en casa algunos días de la semana para que continúe aprendiendo y preparándose para cuando entre a la primaria.

No he vuelto a ver mis mejillas coloradas dado que la palidez parece haberse apoderado de mi cuerpo, pase de detestar la hora de dormir a volverme mejor amiga de las almohadas, mi cabello se comenzó a caer agresivamente hasta que mamá dijo que lo mejor sería raparmelo; ahora un pañuelo adorna mi cabeza para no verme rara o como un niño.

Mamá volvió a trabajar, por lo que mis hermanos pasan más tiempo conmigo y, en algunas ocasiones, mi padre o la hermana de mamá son quienes cuidan de mí.

Jessie pasa la mayoría del tiempo fuera de casa y Oliver siempre parece estar en otro planeta. Nunca hablo con ellos porque mientras que ella siempre está apurada, él mira a la nada sin responderme; solo me dan de comer y me acompañan cuando les toca cuidarme.

—Ya me tengo que ir. ¿Te sientes bien, cariño? —inquiere mi padre y yo asiento para luego despedirme de él.

Segundos después mi madre y hermana entran a la habitación para acompañarme, la primera se ve relajada mientras que la segunda se luce nerviosa. Jessie tiene la respiración entrecortada, los labios apretados, el ceño fruncido y una mirada inquieta. Saca su teléfono del bolsillo de su pantalón y me lo extiende antes de indicarme que puedo ver lo que quiera en YouTube Kids, orden que acepto sin dudar.

—¿Qué es lo que quieres decirme, Jessenia? —Escucho a mamá decir al cabo de los minutos, su voz se escucha de fondo mientras el video que estoy viendo se lleva la mayor de mi atención.

—Mamá, es algo muy importante —habla Jessie en voz baja, pero no tanto como para que su hermana menor que ve vídeos infantiles no la escuche—. No te enojes conmigo, por favor.

—Solo dilo Jessie —habla mamá.

—E-Estoy yo —balbucea mi hermana de dieciséis años recién cumplidos—. Estoy embarazada.

Dejo de mirar la pantalla y paso mi vista a la adolescente que ahora llora desconsoladamente frente a su madre, quien parece haber sido transportada a otro mundo gracias al asombro. Observo a mi hermana con sorpresa a pesar de que ella no se ha dado cuenta de que escuché lo que dijo.

Yo no sabía que las chicas adolescentes podían estar embarazadas, es muy raro. Hasta donde yo tenía entendido solo puedes tener un bebe si estás casada y eres muy grande. Mamá siempre ha dicho que para tener hijos hay que terminar la escuela que viene luego de la otra escuela, cosa que Jessie aún no ha hecho.

La voz de mi madre me saca de mis pensamientos y, seguido de eso, el caos se apodera de la habitación del hospital y también de mi familia.

Como un cuento de hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora