022: La fuga de Azkabán

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A Morgana todo le iba genial. Había mejorado su relación con sus abuelos, que era lo que más le preocupaba y además muchas noches cenaban en el restaurante de Aberforth.

La otra noche, los merodeadores decidieron ir a Cabeza de Puerco, pero no fueron por el pasadizo habitual, sino por uno que había descubierto no hacía mucho Sirius en Honeydukes.

-¿Quieres estarte quieto?- le susurró Remus a Sirius.

Y es que Sirius aprovechó su corta estancia en la tienda de dulces para llevarse algunos, James y Morgana también siguieron su ejemplo, siendo regañados por Remus, que la mayoría de las veces parecía ser el más responsable de los cuatro.

Cuando llegaron al viejo local, estaba vacío, como la mayoría de las veces. Se pusieron todos bajo la capa de invisibilidad y notaron que la puerta de la habitación de los retratos estaba abierta, silenciosamente se deslizaron sin ser notados.

-Eso dice la carta.- dijo Aberforth a los retratos.- Es en dos días.

-Tienes que decírselo a Albus.- dijo la pintura de Kendra, la bisabuela de Morgana.- Él podrá hacer algo.

-Nadie puede hacer nada, madre.- contestó Aberforth.- Solo podemos desear que su muerte no sea dolorosa.

-Aun así, Albus tiene derecho a saberlo.- dijo Ariana, la hermana de los Dumbledore.- Y Morgana también debería de saberlo.

-No creo que sea lo más apropiado.- contestó Aberforth.

Morgana, que no podía aguantarse más, se quitó la capa y se dejó descubrir por sus familiares, estos al verlos aparecer de la nada, gritaron.

-¿Qué tengo que saber?- dijo la Gryffindor cruzándose de brazos.- Y no me digas nada, ya estoy harta de los secretos de los Dumbledore.

Se hizo el silencio, nadie se atrevía a hablar, ni siquiera los merodeadores sabían que decir.

-Hoy nos ha llegado una carta del Ministerio de Magia, concretamente de Azkaban.- explicó el barman.- En unos días nuestro padre recibirá el beso del dementor.

-Pero, yo creía que estaba muerto y por eso tenías su retrato.- dijo Morgana.

-Me encerraron hace muchos años.- dijo el retrato de Percival.- Mi verdadero yo sigue allí, no ha perdido del todo la cordura porque hay algo que lo mantiene cuerdo. Parece que no me quedan muchas esperanzas de vida y por eso me han condenado a la muerte.

-¿Y no podemos hacer nada?- preguntó ella.

-No.- susurró Kendra.- No hay nada que se pueda hacer.

-O a lo mejor sí.- dijo Remus sorprendiendo a todos.- Podríamos sacarlo de Azkaban.

-¿Has perdido el juicio, Remus?- dijo James.- Nadie ha conseguido escapar de esa cárcel y no creo que unos adolescentes de trece años junto a un convicto demente puedan lograrlo.

-¿Tienes un plan?- preguntó Morgana.

-Yo siempre tengo un plan, Morgana Dumbledore.- dijo sonriendo.

-Entonces, ¿a qué esperamos?- le animó Sirius.

El plan de Remus era un completo suicidio pero nadie tenía uno mejor. Aunque todos sabían que lo iban a conseguir.

Primero debían de conseguir una coartada, por lo que a la mañana siguiente que era sábado, comenzaron los preparativos. Morgana les dijo a sus abuelos que haría una excursión con sus amigos y que no volverían hasta la tarde. Además les dio un abrazo, cosa que muy pocas veces hacía, pero era necesario si quería obtener un pelo de su cabello.

Morgana DumbledoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora