052: La peor cena de la historia

319 44 4
                                    

-¿Puedo hacerte una pregunta?

-¿Alguna vez me he negado y te has callado?

-¿A qué te habrías dedicado si no hubieras sido un mago tenebroso?

Tom Riddle estaba considerando la opción de empujar a Morgana Dumbledore al lago. Era verano, no tan sofocante como el del año pasado, pero hacía calor. Estaban en el pequeño lago cerca de la mansión Dumbledore, a veces iban y Morgana daba la excusa de que iba a leer o a bañarse, lo cual a veces era verdad, pero normalmente iba allí con la intención de hablar con el espíritu de Tom, sin que nadie la juzgara por hablar sola.

-Si te lo digo te reirías de mí.- dijo con burla.

-Te prometo que no lo haré.- sonrió y alzó la mano para simular que hacía un juramento.- Palabra de merodeadora.

-No tuve un trabajo soñado ideal.- comenzó él.- Consideraba la opción de ser profesor de defensa contra las artes oscuras.

-No habrías durado ni un día.- le dijo ella, a pesar de la mirada que le estaba dirigiendo.- ¿Tú, rodeado de un grupo de adolescentes? A los diez minutos los habrías matado a todos.

-Es por eso, que también pensé en ser fabricante de varitas.

-Apuntabas alto, ¿eh?- comentó riéndose, pero a él no le hizo tanta gracia.

-¿Esto es por lo que te dijo Shacklebolt?- le preguntó ignorando el comentario anterior.- ¿Ya has pensado qué vas a hacer?

-¿Sabes una cosa?- le dijo.- Me hace bastante ilusión aceptar su oferta. Yo creo que no se me daría mal.

-Por Merlín...- susurró.- Eso significa que tendré que hacer de niñera mientras tanto. Está claro que necesitarás protección o acabarías muerta el primer día. Además, ¿qué harías tú sin mis comentarios sarcásticos?

-En eso tienes razón, Tommy.- dijo levantándose del suelo y sacudiéndose la ropa.- Vamos, si no nos damos prisa llegaremos tarde.

Morgana aceleró el paso y vio como Tom desaparecía dentro del diario, pero eso ya daba igual, porque podía escuchar sus comentarios en su mente y por si eso fuera poco, podía sentir sus emociones, era demasiado extraño y a veces pensaba que si se lo contaba a alguien la internarían de por vida en San Mungo. Apartó esos retorcidos pensamientos de su mente y fue hasta la mansión de los Dumbledore y con sumo sigilo, digno de un ninja, se coló en ella sin ser vista, pero por desgracia, Minerva McGonagall detectaría a un ninja aunque estuviera ciega y sorda, por lo que pilló a Morgana en pleno vestíbulo.

-Hacía mucho calor y he decidido ir a dar una vuelta por el Callejón Diagón.- dijo rascándose la nuca.- Lily me dijo que iría y seguramente también Remus, así que...

-Vete, anda.- le dijo sonriendo.- Pero acuérdate de que esta noche viene Malcolm a cenar.

Sonrió y le dio un beso en la mejilla que solo hizo que la profesora sonriera todavía más. Fue hasta la chimenea, tiró los polvos y gritó su destino, concretamente al Caldero Chorreante, en cuanto entró Tom, el dueño del local y no el horrocrux, la saludó con entusiasmo y entabló una conversación animada.

-¿Te abro entonces la puerta al Callejón?- le dijo sonriendo.

-Hoy no, Tom.- contestó sonriendo también.- Me voy al Ministerio a solucionar un asunto, pero puede que luego me pase.

-Está bien.- asintió y sacó un papel arrugado de su bolsillo.- Esto es para ti, llegó anoche.

La nota era extraña para cualquiera que no tuviera contexto, y peligrosa para los que sí que lo tenían, así que, Morgana cogió el papel y lo destruyó. Se despidió del camarero y se dirigió directamente a la sede del Ministerio, dejó salir a Tom, esta vez el espíritu, y comenzaron a caminar.

Morgana DumbledoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora