03: Quidditch

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-¿Puedo sentarme?- preguntó Morgana, que estaba parada en la puerta del despacho del director.

-Por supuesto.- murmuró Albus, también le hizo un gesto a Minerva para que se sentara.

Una vez que todos estuvieron sentados, se produjo el silencio más incómodo que Morgana alguna vez había presenciado.

-¿Por qué la gárgola se ha abierto sin decirle la contraseña?- preguntó Morgana, más bien para romper el hielo, aunque ya se hacía una idea de la respuesta.

-Por tu apellido. Está ligado al director de Hogwarts.- contestó Albus, agradecido de que alguien comenzara a hablar.

-Mis padres me dejaron una carta. Me la dieron en Gringotts.- soltó Morgana, aunque realmente no sabía porque.- Es agradable tener algo más de ellos.

Una oleada de tristeza sacudió la oficina, incluso Fawkes, el fénix de Dumbledore, notó el cambió de ambiente, porque graznó ligeramente.

-Sé que os preguntaréis que pasó.- dijo mirando a los profesores.- Tampoco lo sé muy bien. Sé que en algún momento alguien me secuestró y me llevó con Madame, me crié con ella desde entonces. Seguí más o menos en contacto con el mundo mágico, porque ella era un bruja. El caso, es que hace unos días llegó la carta de Hogwarts y me echó de casa, así que me fui a vivir a la casa de los Dumbledore en Londres y eso es todo.

-Nosotros también te debemos una explicación.- comenzó McGonagall.- La noche en que tus padres murieron, te secuestraron, estuvimos buscándote durante mucho tiempo hasta que nos llegó una carta anónima que afirmaba que estabas muerta, había un trozo de tela con tu sangre, así que Albus y yo nos dimos por vencidos. La culpa nos abrumó e intentamos pasar página.

-Ahora, debes de darnos el nombre de esa tal Madame.- dijo el director que había estado callado.- Celebraremos un juicio e irá a Azkaban.

A Morgana le entusiasmaba esa idea, en fin, la señorita Brown la había tratado peor que a las ratas, pero aún así sabía que le debía algo, por lo que no la traicionaría.

-No lo sé.- dijo.- Siempre me he referido a ella como Madame y en algunas ocasiones sus amigas la llamaban Mafalda.- eso último se lo había inventado, simplemente lo hizo para desviar la atención.

-¿Por qué no nos buscaste?- preguntó Minerva.

-Madame me convenció de que ya no me queríais y de que me habíais abandonado. Aunque nunca me lo creí. A fin de cuentas, algún día os vería en Hogwarts.

Morgana vio como su abuelo iba a decir algo, probablemente sentimental, así que decidió levantarse y excusarse, alegando que mañana tenía clase y que ya hablarían en otro momento.

Corrió hasta la Torre de Gryffindor, se puso el pijama y se durmió intentando pensar que todo lo que había pasado era verdad y no un sueño.

Los días pasaron con sorprendente rapidez. La situación con sus compañeros era bastante buena. Se llevaba muy bien con las chicas de su cuarto; en especial con Lily. James, Sirius y Remus se habían convertido en muy buenos amigos. Y luego estaba Cole, que a pesar de estar en la casa rival, seguían hablando, aunque no muy públicamente.

-¿Por qué no quieres que nos vean hablando? ¿Te avergüenzas de quién soy? ¿De mi apellido ¿De mi casa?- preguntó un día Morgana a su amigo serpiente. Este se quedó inmóvil y sorprendido.

-No es por mí. No quiero que la gente te cuestione por ser amiga de un Slytherin.-

-Olvídate de la gente, Cole.-

Y así era como Morgana había zanjado ese tema y ahora obligaba a Cole a pasear por el patio de vez en cuando. La gente solía susurrar cosas, pero ellos hacían caso omiso.

Morgana DumbledoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora