Morgana Dumbledore consideraba que su mañana estaba siendo bastante tranquila. Era el último día de curso y no había nada de que preocuparse, eso es lo que pensaba hasta que giró una esquina y se dio cuenta de que estaba equivocada. A pesar de que el pasillo estaba totalmente vacío, escuchaba un sonido, algo así como un gemido de dolor.
-¿Hola?- preguntó Morgana, prácticamente al aire.- ¿Hay alguien?
En cuanto habló, el ruido paró. Básicamente si había alguien lo había asustado.
-¿No te das cuenta, Morgana, de que esto en las películas de terror nunca acaba bien?- se dijo a sí misma.
Finalmente alguien salió de las sombras y cruzó el pasillo. Al principio pensó que se trataba de un estudiante cualquiera de Slytherin, pero luego se dio cuenta de que era Cole, su amigo desde los onces años y que desde entonces no lo había visto llorar ni una sola vez.
-Hola.- dijo él pasando por su lado y comenzando a alejarse.
-¿Todo bien?- preguntó ella haciendo que se detuviera.
-¿Por qué no lo iba a estar?
Pero ella optó por otra salida. Se había fijado en que se sujetaba con fuerza el brazo izquierdo, como si se lo hubiera roto y tuviera que sostenerlo porque le dolía demasiado.
-¿Qué te pasa en el brazo?- preguntó Morgana más seria.- No creo que te lo hayas roto jugando al Quidditch.
-No es nada, Morgana, déjalo estar.- dijo él intentando aparentar seriedad, pero no lo estaba consiguiendo, porque notaba que estaba nervioso.
Pero Morgana no lo iba a dejar estar. A terca no le ganaba nadie, o al menos eso decían sus viejos amigos del barrio donde creció. En momentos en los que se encontraba sola, reflexionaba mucho sobre ellos y se daba cuenta de cuanto habían cambiado las cosas, de como ahora era amiga de los antiguos matones del barrio. Todos esos pensamientos desaparecieron, cuando se acercó hasta Cole, le arremangó la manga y le vio el brazo.
-Tú... Tú...- tartamudeó Morgana, alejándose un poco.- Tienes la marca.
Era la marca de los mortífagos. Parecía reciente, como si se la hubieran hecho hacía un par de horas.
-Espera, Morgana.- le dijo él.
-No, no.- dijo negando con la cabeza.- Eres un mortífago.
Aunque Tom ya no estaba con ella porque se encontraba ganándose la simpatía de Lord Voldemort con la poción multijugos, pudo escuchar perfectamente su voz diciéndole: "Tú también eres una mortífaga, así que no te hagas la ofendida".
-¡No lo soy!- exclamó Cole.- ¡Yo no quiero ser un mortífago! Pero no puedo...
Nunca pensó que lo vería llorar, que se mostraría humano delante de los demás. Debía de estar muy desesperado para hacerlo. Así que Morgana comprendió que detrás de todo ese lío habría una explicación más razonable.
-Mi abuelo me ha obligado.- dijo entre sollozos.- Ha dicho que debía seguir sus pasos. Pero yo no quiero hacerlo, te juro que no quiero.
Y entonces Cole le explicó a Morgana todo lo que le había pasado. De como su abuelo, Grindelwald, lo había llevado frente a Lord Voldemort, hasta como el lord oscuro le había hecho la marca en el brazo. La Gryffindor estaba segura de que Tom debía conocer esta información, así que se sintió traicionada por su parte por no habérselo dicho.
-He escuchado que Thomas Drake también se ha unido a los mortífagos.- dijo ella.- ¿Has estado con él?
-No.- dijo más tranquilo.- Quién tú ya sabes mencionó algo de que uno de sus nuevos mortífagos le había traicionado, por lo que yo ocuparía su puesto. Creo que se refería a Thomas, así que lo más seguro es que esté muerto o haya escapado.
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Morgana Dumbledore
Hayran KurguEl mundo mágico está conmocionado. La nieta del mago más poderoso de todos los tiempos ha llegado a Hogwarts. ¿Lo malo? Ni el propio Dumbledore sabía de su llegada.