Era de noche, debería de estar en la cama durmiendo, pero no, los merodeadores habían insistido en hacer la broma de fin de curso.
-Es que no entiendo porque tenemos que hacer la broma esta noche.- se quejó de nuevo Morgana.- ¿No se supone que el fin de clases es en una semana?
-Parece que no has entendido nada.- dijo James.- Esta va a ser nuestra broma más grande de este curso.
Los merodeadores iban bajo la capa de invisibilidad y se dirigían a la sala común de Slytherin. Una vez llegaron se pararon frente a un gran tapiz.
-¿Alguien ha pensado en una contraseña?- preguntó Remus.
-Sangre pura.- dijo Sirius. Sorprendentemente el tapiz reveló una puerta que conducía a la sala común.
-¡Increíble, Sirius!- susurró James chocando su puño.
-Estaba claro que sería una chorrada por el estilo.
Los cuatro amigos entraron y se lanzaron un hechizo silenciador para que nadie los pillara. Cuando acabaron todo el trabajo sonrieron.
A la mañana siguiente, cuando todo el mundo estaba sentado en el gran comedor para el desayuno, muchos Slytherin comenzaron a gritar. Después otros alumnos estallaron en risas. Había funcionado. La ropa de las serpientes había perdido su color habitual y ahora eran de los colores de Gryffindor. Un niño Slytherin llegó corriendo y dijo que la sala común estaba diferente, había sido decorada con los colores de su casa rival y además había un gran cartel en el que ponía: "Gryffindor manda."
No había pruebas de quien había sido el responsable y aunque los profesores sospechaban de un grupo de amigos, no pudieron castigar a nadie.
Al día siguiente de esa broma, encontraron muchos pasillos de Hogwarts empapelados con la fotografía que les habían tomado a los Slytherin en plena broma.
Fue una semana llena de bromas a los Slytherins y esto al final les molestó. Así que algunos de ellos decidieron tomarse la justicia por su mano. Una tarde, Morgana salía de la biblioteca, cuando cuatro serpientes la rodearon.
-Mirad, a quien tenemos aquí.- dijo Bellatrix riéndose.- Una pobre leona.
-¿Dónde están tus amiguitos?- dijo Lucius.
-Déjala, Lucius.- habló su novia, Casilda.- ¿Qué sangre pura querría mezclarse con una mestiza?
-¡Vaya!- exclamó Morgana sonriendo.- Si son las serpientes disfrazadas de leones. Creo que deberíais reconsiderar vuestra casa de Hogwarts, en estos últimos días habéis demostrado mucho amor hacia Gryffindor.
-Lo que queremos es muy sencillo.- dijo Bellatrix.- Queremos que pidáis disculpas públicamente y asumáis la culpa.
-Pero, Bellatrix, si no hemos sido nosotros.- dijo Morgana.- ¿De verdad vas a permitir que castiguen a unas personas inocentes?
-¡Cállate, sucia mestiza!- gritó Regulus Black.
-¿Lo veis? Típico comportamiento de un Gryffindor.- siguió Morgana.- Quizás el menor de los Black también debería haber ido a la casa de su hermano.
-No entiendo como el ministro permite que los sangre sucias y los mestizos sigan paseando al lado de los sangre puras.- comentó Bellatrix.- Pero pronto eso cambiará.
-Estoy deseando verlo.- sonrió Morgana.- ¿Cómo se llama ese amo vuestro?
-¡No te atrevas a pronunciar su nombre!- gritó Bellatrix.- No eres digna.
-Ah, ya me acuerdo.- dijo Morgana haciendo caso omiso.- Voldemort.
Todos se estremecieron.
-Tienes valor para pronunciar su nombre.- dijo Casilda.
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Morgana Dumbledore
Hayran KurguEl mundo mágico está conmocionado. La nieta del mago más poderoso de todos los tiempos ha llegado a Hogwarts. ¿Lo malo? Ni el propio Dumbledore sabía de su llegada.