05: Navidades blancas

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Morgana nunca creyó que tuviera que mentir a sus abuelos en Navidad. Las vacaciones de invierno habían comenzado y la joven Gryffindor quería ir al mundo muggle, pero para ello necesitaba una excusa creíble. La razón por la que quería hacer eso era porque había recibido una carta, una carta que esperaba con gran ansia.

Querida Morgana.

Me alegró mucho saber que pertenecías a Gryffindor, pero no entendí lo del Quidditch, ¿no se supone que los de primer año no pueden jugarlo?

También estoy feliz de que hayas conocido a tus abuelos, ¡aleluya! Tienes que entender que para ellos también habrá sido duro, por lo que dales un poco de tiempo y ya verás como para verano sois una familia. Aunque entre las familias, se supone, que no deben de haber secretos, yo creo que en la vuestra hay bastantes.

Por aquí todo sigue igual de aburrido. Madame Brown explicó a todo el vecindario que te habías ido a un internado de Escocia y que era muy posible que no volvieras por aquí; tras esa confesión se echó a llorar y dijo que te echaba mucho de menos. Si tienes un pensadero estaré dispuesto a dejarte el recuerdo. Eso ocurrió hace unos meses, te lo digo porque la semana pasada la vi en un pub bailando con un caballo

Nunca pensé que serías amiga de un Black, por Merlín, ¿no son todos unos Slytherins amantes de las artes oscuras? Parece que este les ha salido defectuoso. Si te sirve de algo; Mike Cliff y Howard Sheen son los nuevos matones de la escuela, sí como te lo cuento, ahora se dedican a atemorizar a todos los niños, afortunadamente ya no se fijan en mí.

Por favor, deja de culparte por lo que sucedió. No fue culpa tuya, ni mía, no fue de nadie. Simplemente fue un desafortunado accidente que podría haber acabado muy mal. Así que por una vez estoy agradecido con Madame Brown y creo que has hecho bien en mentirle a tu abuelo. En fin, Madame Brown es un ser despreciable y se merece todo lo malo, pero le debemos nuestras vidas.

Estoy deseando verte. Ven cualquier día de las vacaciones de Navidad, te estaré esperando, ya sabes que no suelo tener muchos planes.

Me ha alegrado mucho recibir tu carta, en serio. Creía que cuando entraras a Hogwarts te olvidarías de mí y ya veo que no.

Te quiere mucho.

Jerry.

Después de leer la carta como tres veces ideó un plan. Les dijo a sus abuelos que iría a la casa de Londres de los Dumbledore a por un libro que se dejó, ellos insistieron en acompañarla por lo que tuvo que organizar un gran plan de distracción. Llamó a Pólux, su elfo doméstico y le pidió que obstruyera la chimenea de la casa en cuanto ella llegara, por lo que cuando fuera el turno de sus abuelos de viajar por la red flu no podrían; tardarían horas en arreglarlo, así Morgana podría irse al mundo muggle tranquilamente.

Una vez pisó las calles del viejo Londres, sonrió. A veces se sentía que era más parte de la comunidad muggle que de la mágica. Cuando llegó a su antiguo barrio, se apresuró a correr por delante de la casa de Madame Brown, con la intención de que no la viera, afortunadamente no lo hizo.

Y ahí estaba su amigo, en mitad de la calle, mirando la suave nieve que cubría todo lo visible. Estaba de espaldas a ella, por lo que cuando corrió hacia él para darle un susto, se llevó una gra alegría. Los dos se abrazaron y se tiraron al suelo, por fin volvían a estar juntos.

-Te he echado de menos.- había susurrado entre lágrimas Jerry.

Les costó media hora tranquilizarse. La gente que los veía los ignoraba, como siempre. Pero los que eran vecinos susurraban: es Morgana, ¿no se había ido a un internado?, ¿será una sorpresa para Madame?

Como si el viento se hubiera chivado de ellos, Madame Brown salió de su casa con su batín rosa de siempre y los rulos puestos, se puso su máscara e hizo un espectáculo lacrimógeno con Morgana. La abrazó, le lloró encima Después la invito a ella y a Jerry adentro para tomar chocolate caliente, cosa que era totalmente falsa, ya que Madame no cocinaba desde 1959.

Morgana no quería ir a casa de Madame, quería ir con Jerry al bosque y hablar con él, pero el destino siempre jugó en su contra. Fue gracioso, porque una vez entraron, Madame se puso como una loca a cerrar las cortinas de la casa, murmurando cosas sin sentido.

-¿Qué crees que estás haciendo aquí?- chilló Madame.

-Has sido tú la que me ha invitado a un chocolate caliente.- contestó Morgana con desdén.- Por cierto, me apetece mucho.- dijo con una sonrisa falsa.

-No te hagas la inteligente conmigo, mocosa engreída.- dijo Madame.- ¿Es qué en Hogwarts ya se han cansado de ti? ¡No, eso si que no, no se aceptan devoluciones!- gritó nerviosa.

-No me han echado de Hogwarts. Solo quería venir a ver a Jerry.- dijo Morgana, pasando un brazo por los hombros de su amigo.

-Si es solo eso...-

-Aunque.- dijo Morgana levantando la mano.- El profesor Dumbledore me ha preguntado como se llamaba mi secuestrador y es que nunca me acuerdo de su nombre, lo tengo en la punta de la lengua.-

-¿Qué es lo que quieres? ¿Dinero?- contestó Madame seria.

-No y lo sabes perfectamente.- dijo Morgana con una gran sonrisa cargada de arrogancia.

Unas horas después, Morgana y Jerry paseaban por las calles de Londres, muy callados. Era hora de volver a Hogwarts y hacer todo el paripé de la chimenea y del libro perdido, a veces, Morgana se sorprendía de no haber acabado en Slytherin. Desgraciadamente para ellos, llegaron a las puertas del caldero chorreante.

-Vente un día a verme, ¿quieres?- le dijo Morgana cogiéndole de la mano.- Y no te olvides de escribir.

-Sí, mamá.- contestó Jerry, gracioso como siempre.

Los dos se mantuvieron en silencio, hasta que se dieron un último abrazo. Morgana, lo saludó antes de perderlo de vista, y entró algo apenada a la red flú dirección a Hogwarts.

La Nochebuena transcurrió tranquila, sin incidente alguno. Cenaron los profesores y los pocos alumnos que quedaban. Morgana y Cole exploraron el castillo más detalladamente, ya que querían conocer todos sus rincones.

Y finalmente llegó la mañana de Navidad. Sin que nadie lo supiera, Morgana había invitado a Cole a dormir a la sala Común de Gryffindor. Así abrirían los regalos juntos.

A Cole le regalaron un anillo que al parecer había pertenecido a su abuelo y era muy poderoso. Si lo utilizabas de una manera en concreto, podrías ahorrarte muchos problemas. A Morgana le regalaron varias sudaderas con el emblema de Gryffindor. El regalo que más le sorprendió fue una bufanda de colores, que según la nota la había tejido su mismo abuelo. También recibió varios dulces de Jerry y de Hagrid. Y finalmente el regalo que había estado esperando, el de Madame Brown. Fue impactante porque era una replica del anillo de plata que llevaba siempre Madame. Tenía una inscripción SS. También había una nota.

Este anillo es para ti. Ahora que quieres hacerte cargo del negocio familiar, debes llevarlo allá donde vayas. Es importante que comprendas esto. Muy a mi pesar, he hablado con Jerry y le he puesto al corriente de todo. Si tienes cualquier duda puedes llamarme al teléfono, son más seguros que las lechuzas. Ten una feliz navidad.

-¿Quién te envía el anillo?- preguntó Cole.

-Es complicado.- dijo Morgana, guardándose la nota en el bolsillo de la túnica.- Es posible que te lo cuente en otro momento.- sonrió ella.

Y así transcurrieron las Navidades entre risas y muchos secretos.

Morgana DumbledoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora