Habían pasado unos meses desde la llegada precipitada de Sirius, Tom y Morgana a Hogwarts, y esta última tenía pesadillas sobre esa horrible motocicleta. Si pudiera iría en plena noche y la desmontaría pieza por pieza, sin embrago estaba muy bien custodiada por su dueño.
-Deja de monear y no sueltes la pluma.- le dijo Tom dándole con un libro en la cabeza.
Estaban en la biblioteca a una hora en la que deberían estar durmiendo, al menos Morgana, pero como Tom sabía que sus horas de sueño eran muy reducidas, aprovechaba al máximo el tiempo. Había insistido en que la Gryffindor debía estudiar hechizos defensivos y otras aptitudes.
-Tom, son las siete de la mañana.- dijo bostezando.- Hoy tiene pinta de que va a hacer un buen día y me apetece salir un rato, ¿podemos seguir luego?
El horrocrux evaluó la situación y finalmente cedió, ya continuarían más tarde, por lo que finalizó su tarea desapareciendo dentro del diario. Morgana salió feliz de la biblioteca, con el presentimiento de que hoy sería un buen día, a pesar de que había algo en su interior que le decía todo lo contrario.
-¡Morgana!- le gritó alguien al final del pasillo.
-Ah, hola, Frank.- dijo sonriendo.
-Por fin te encuentro.- suspiró él.- El profesor Dumbledore y la profesora McGonagall te esperan en su despacho.
Caminó tranquilamente hasta el despacho del director, parándose a hablar con gente que la saludaba. En ese momento no había nada que le preocupara, pero eso estaba a punto de cambiar y de sacudir su vida por completo.
-Buenos días.- dijo directamente sin llamar a la puerta.- Siento el retraso pero...
Sus ojos se fijaron en la otra persona que estaba en frente de sus abuelos, alguien a quien conocía muy bien y desde hacía mucho tiempo.
-¿Qué estás haciendo aquí?- preguntó Morgana con la boca abierta del shock.
-¿Conoces a esta señora, Morgana?- le preguntó el director.
-Por favor, llámenme Mauddie.- dijo ella.- De hecho Morgana y yo nos conocemos desde hace mucho, ¿verdad?
Mauddie era el nombre en clave que utilizaba para dirigirse a ella en presencia de otras personas. Sin embargo, Morgana siempre la había conocido por otro nombre: Madame Brown. Su relación había sido muy complicada, ya que al principio tenían sus roces, pero gracias a todo el lío del negocio de las Siete Hermanas, la Gryffindor la trataba mucho mejor, además de que comprendía porque la había tratado así de mal. Tenía sus motivos y ella los entendía.
-Verdad.- murmuró Morgana.- ¿Ha pasado algo malo?
-Siéntate, Morgana.- dijo Mauddie.
Esta obedeció y se quedó mirando a los adultos en busca de una respuesta.
-¿Alguien me va a decir que está pasando?- preguntó de nuevo.
-Anoche...- dijo finalmente Madame, aunque titubeó un poco.- Anoche encontraron un cadáver en las Siete Hermanas.
-Oh, lo siento.- dijo ella.- Pero, ¿qué tengo que ver yo en todo esto?
Madame suspiró nerviosa. En toda su vida, Morgana jamás la había visto tan nerviosa. Solo una vez y fue cuando ella y sus amigos jugaron con sus figuras de porcelana al tenis, lo que les ganó un gran castigo.
-Era el de Jerry.
Silencio.
-Debes de estar bromeando.- dijo Morgana sin asimilar la noticia.- Recibí una lechuza suya anoche.
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Morgana Dumbledore
Hayran KurguEl mundo mágico está conmocionado. La nieta del mago más poderoso de todos los tiempos ha llegado a Hogwarts. ¿Lo malo? Ni el propio Dumbledore sabía de su llegada.