Las cosas habían vuelto a su cauce original. La relación de Morgana con sus abuelos prosperaba. Su relación con sus amigos era excepcional. Estaba durmiendo bastante bien. Habían ganado el último partido de Quidditch. Sacaba buenas notas y hacía bromas; ¿qué más podía pedir?
Pero, había algo que le molestaba un poco. El profesor de defensa, Wyatt, había seleccionado a los mejores alumnos de cada casa. Había organizado una especie de clase delante de todo el colegio, maestros incluidos. Nadie sabía de que iba a ir, por lo que los elegidos no sabían que estudiar. De Gryffindor, Morgana y James fueron elegidos. En Slytherin fueron Bellatrix Black y Lucius Malfoy. ¿Sería otro duelo?
El día llegó, el profesor Wyatt les había dado unas túnicas especiales. Habían montado un gran escenario en el gran comedor y habían muchos alumnos y muchos profesores, incluidos sus abuelos. Y allí estaban parados; dos alumnos de Gryffindor, dos de Slytherin, dos de Ravenclaw y dos de Hufflepuff.
-¡Buenos días!- gritó Wyatt.- Viendo los tiempos que corren hemos decidido enseñar a todo Hogwarts una de las lecciones más importantes para sobrevivir a la oscuridad.
Todos los presentes aplaudieron, excepto los dos Slytherins, probablemente porque ellos no iban a huir de la oscuridad, sino unirse.
-Hemos seleccionado a los alumnos más capaces.- dijo.- Así que es hora de empezar.- hizo una pausa.- Primera pregunta, ¿qué es un boggart? Contesta Gryffindor.
-Un boggart es una criatura mágica, que no posee forma definida, sino que se transforma en lo que más teme la persona que está frente a él. Para repelerlo hay que conjurar el hechizo: "riddikulus".- contestó rápidamente James.
-¡Bien hecho! ¡Treinta puntos para Gryffindor!- gritó el profesor, provocando que todos los leones aplaudieran y que alguien gritara: "¡vamos, Jamie!", probablemente Sirius.- Bueno, pues en este baúl hay un boggart. Y debéis enfrentaros a él.
Primero fueron los dos Ravenclaws, sus miedos fueron; la biblioteca de Hogwarts en llamas y un águila devorando a un gato. Después siguieron los Hufflepuffs; dos niños muriendo y una mujer vieja siendo asesinada. Luego llegó el turno de los Slytherins, esto lo estaba deseando Morgana; a Lucius le salió un hombre muy parecido a él solo que más mayor y a Bellatrix un hombre encapuchado diciéndole que estaba decepcionado de ella. Finalmente llegó el turno de Gryffindor. El boggart de James fueron los cadáveres de sus padres. Y llegó el turno de la joven bruja.
Morgana se paró frente a la criatura, esta daba vueltas y vueltas decidiendo en que transformarse; finalmente tomó una decisión. El boggart se transformó en su amigo Jerry, sabía que era él por sus ojos color carbón.
-¡Te odio!- gritó.- ¡Por tu culpa no estoy en Hogwarts! ¡Debiste haber sido tú!
-Ri... Riddikulus.- tartamudeó Morgana sin estar del todo segura.
El boggart cambió de forma, esta vez se convirtió en dos adolescentes corpulentos, los reconoció como Mike Cliff y Howard Sheen, los matones del barrio.
-¡Eres un bicho raro!- gritó Mike.- La vi el otro día hablando sola, ¡deberías de estar en un manicomio!
-Nadie te quiere, es por eso que siempre estás sola.- dijo Howard.- Das pena, das asco.
-Riddikulus.- dijo Morgana, sin mucho éxito.
El boggart volvió a cambiar, esta vez se tornó en una mujer que conocía muy bien. Con su batín rosa y sus rulos puestos, Madame Brown se acercó a ella.
-Sabes que tienen razón, Morgana. - susurró ella.- Y las dos sabemos que no le importas a nadie, no le importas a esos abuelos que tienes, sino ya habrían venido a por ti, ¿no crees? Y sobre todo sabes que la muerte de tus padres fue culpa tuya.
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Morgana Dumbledore
Fiksi PenggemarEl mundo mágico está conmocionado. La nieta del mago más poderoso de todos los tiempos ha llegado a Hogwarts. ¿Lo malo? Ni el propio Dumbledore sabía de su llegada.