018: Es cosa de los Robert

854 101 35
                                    

El verano de Morgana no fue aburrido. Lo pasó de nuevo en la mansión de los Dumbledore en Escocia. Su abuela casi no pasaba tiempo con ellos, porque iba a ver a su madre enferma. Sí, eso fue una gran revelación, ya que Morgana siempre pensó que su única familia viva eran sus abuelos.

Pero lo que le preocupaba ahora era su amigo Cole, el año pasado se había enterado de que su abuelo quería conocerla, pensó que nunca llegaría el momento, pero ahí estaba poniéndose su mejor túnica y arreglándose para la visita. Una carta de su amigo descansaba en su escritorio:

Querida Morgana.

Se que es mucho pedir, pero si quiero seguir conservando nuestra amistad sin problemas, necesito que vengas a mi casa a conocer a mi abuelo. Solo serán unas horas, él solo quiere hablar.

Te espero el martes a las doce en la mansión. No te puedo revelar el nombre por medidas de seguridad, así que te adjunto un traslador, es un galeón, no he podido elegir un objeto más grande, por mi lechuza.

Espero que estés bien.

Cole O.

Bajó las escaleras y se dirigió al salón, donde su abuelo estaba sentado leyendo el Profeta. No había rastro de su abuela.

-Bueno, me marcho.- dijo Morgana.

-¿Adónde vas?- preguntó, dejando el periódico a un lado y observándola.- ¿A una gala?

-No.- dijo ella.- Cole me ha invitado a su casa.

La expresión de su abuelo era ilegible. Se quedó callado procesando la información.

-¿Estás bien?- le preguntó viendo que no decía nada.- Tampoco te he dicho que me voy a la guerra.

-Es solo que me ha sorprendido, nada más.- balbuceó.

-Una cosa, ¿no conocerás a su abuelo, verdad?- dijo mientras se ponía la chaqueta.- Al parecer no os lleváis muy bien.

-¿Quién es su abuelo?

Morgana no habló, en cambio le sonrió y se despidió de él, dejándolo muy confundido. Cogió el traslador y llegó hasta su destino. Ahora solo debía causar una buena impresión a su abuelo, eso podía hacerlo.

El día pasó con sorprendente rapidez y Morgana volvió a su casa. Había sido un día muy productivo y sabía que el abuelo de Cole ahora la respetaba, más o menos Cuando volvió llovía bastante, no había ninguna luz encendida y no se escuchaba nada. No podía hacer magia, por lo que no podía conjurar un lumos. Avanzó hasta el salón y vio a un hombre sentado en el sofá, estaba de espaldas, pero sabía que no lo conocía. Sin que la escuchara, cogió el bate que utilizaba para practicar Quidditch, lo balanceó dos veces, y cuando estaba a punto de golpearlo, un rayo esparció su luz por toda la casa, cuando todo volvió a estar oscuras, el hombre ya no estaba.

Morgana tenía demasiado miedo. Así que se sentó en el sofá, sosteniendo con fuerza el bate y poco a poco se fue durmiendo.

-Morgana.- llamó una voz, acariciándole suavemente el brazo.- Despierta, Morgana.

Con pesadez abrió los ojos, entonces vio el rostro de su abuela.

-¿Has dormido en el sofá?- le preguntó.

Morgana miró a su alrededor y vio que su abuelo estaba detrás de ellas.

-Yo...- dijo incorporándose.- Volví anoche a casa y no había nadie.

-Tuve que ir al ministerio.- dijo Albus, ante la mirada de Minerva.

McGonagall se levantó y comenzó a explicar que hoy irían a la mansión de sus padres. Insistió en que primero iría ella y después ellos dos. Tras la explicación, desapareció por la chimenea.

Morgana DumbledoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora