026: Los Merodeadores

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El verano antes de su cuarto año estaba destinado a ser tranquilo y sin incidentes y así lo hizo. La relación con sus abuelos era maravillosa, aunque había un pequeño problema, Morgana Dumbledore no les había contado una parte de su experiencia traumática del año pasado. Y con una parte se refería a lo más importante, al hecho de que sus padres se iban a unir a un loco psicópata. Había decidido que sus abuelos no necesitaban un peso más en sus conciencias.

Se dio cuenta de que no podía dormir, las noches se le hacían eternas ya que en el momento en el que cerraba los ojos comenzabas las pesadillas, y sobre todo no paraba de escuchar: ¿Sabías que tus padres contemplaron la posibilidad de unirse a mí? Esa dichosa frase... Si tenía la oportunidad, maldeciría a Voldemort hasta el día de su muerte por perturbar su sueño, ahora inexistente.

Las primeras noches se pasaron rápidas, ya que Morgana aprovechó y adelantó todas las tareas escolares, esto le funcionó durante una semana, pero después se quedó sin nada que hacer. Había decidido que no se quedaría de brazos cruzados, así que iba a la biblioteca de los Dumbledore y cogía cualquier libro y en una noche se lo leía. El problema es que por la mañana tenía mucho sueño, así que daba la excusa de que tenía tarea que hacer y se iba a dormir.

Probó con una poción para dormir sin sueños que compró en el Callejón Diagón y no le funcionó. Era lo mismo que estar sin la poción, conseguía dormir por unas pocas horas pero luego las pesadillas comenzaban de nuevo. También probó con darse paseos por la mansión e intentar distraerse, y fue bueno hacerlo, ya que encontró una habitación sumamente interesante. Era como la biblioteca de la planta baja, solo que esta tenía libros que eran difíciles de conseguir, algunos en otros idiomas e incluso habían libros prohibidos. Así que todas las noches se iba a esa pequeña biblioteca, y leía los libros sobre hechizos e intentaba practicarlos.

Una mañana, muy temprano, salía de la biblioteca secreta y regresaba a su habitación, cuando se encontró con su abuela.

-¿No deberías estar durmiendo?- dijo ella escaneándola de arriba abajo.

-He ido al baño.- mintió.- ¿Y tú?

-Tu abuelo ronca como un hipogrifo y necesitaba despejarme.- explicó.

Debía tener más cuidado la próxima vez. Todo sería más fácil si Morgana tuviera una capa de invisibilidad como la de James, así podría ocultarse mejor.

Los días pasaban con lentitud y para Morgana cada noche se le hacía interminable. Después de cenar, se quedaba un rato en el salón con sus abuelos y luego cada cual se marchaba a su habitación. Antes de acostarse hacía unos ejercicios de relajación y estiraba los músculos, luego apagaba la luz y se dormía. Entonces, comenzaban los recuerdos: los gritos, la sangre, la frase del señor oscuro y las amenazas de Lucius y Bellatrix. Cuando soñaba con todo eso, siempre acababa recordando la tragedia de Jerry. Se despertaba con un grito y cubierta de sudor. La primera vez intentó volver a dormirse pero le fue imposible. Así que se levantaba y se marchaba a la biblioteca secreta.

Daba gracias a que se permitiera utilizar magia en la mansión, ya que sino todo se habría torcido. Sobre todo el hecho de que antes de irse a dormir, Morgana colocaba un hechizo silenciador en su habitación, por eso sus abuelos nunca se enteraban de nada.

Una noche vino Malcolm a cenar, para alegría de Morgana y para desgracia de sus abuelos, no es que no se alegraran de verlo, es que las cenas siempre resultaban incómodas.

-Así que cuarto año, eh.- había dicho bebiendo de su copa.- Seguro que este año ligas mucho.

Morgana se puso roja como el escudo de Gryffindor y se concentró en mirar el patrón de su servilleta.

Morgana DumbledoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora