Capitulo 42

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—Me tinca que la cinco la puse mal...—murmuro llevándome un trozo de pan a la boca mientras agito mis pies.

—Mmm...—es la única respuesta que recibo por parte del Jeremías, por lo que me siento en la obligación de verlo de reojo.

Miraba fijamente el suelo, con el semblante serio que solía caracterizarlo, recordándome un poco a cuando nos conocimos.

Han pasado un par de semanas desde que me enteré de lo que había entre el Félix y el Jeremías, y como había decidido-gracias a la Laura- no hacer ni decir nada, me veía en la obligación de tragarme mis dudas cada vez que veía al Jeremías decaído, pues, era al único que había visto hasta el momento porque, como estamos ad portas de las vacaciones de invierno estamos con las últimas pruebas del semestre, al igual que al Félix, que daba lo mejor de sí en esos momentos. Por lo que no había podido verlo desde lo que pasó con mi papá.

Así que acá estábamos, sentados después de haber salido de una prueba de biología por la cual no estudié y al parecer el Jeremías tampoco porque cuando nos juntamos en el patio su cara fue de que le había ido como el hoyo.

—A mí me fue tan mal que ni siquiera me estoy cuestionando las preguntas.—dice con una risa entremedio.—Soy pésimo en biología, hueon.

—A mí tampoco me gusta mucho...

—Pero te va bien.—me ve con las cejas alzadas.—Ni siquiera te esforzái en poner atención.

Hago el mismo gesto que él mientras que apoyo mi espalda en la muralla.

—No es que sea más inteligente, solo qué hay hueás que ya vi...

—De veras, privilegios de cuico.—me ve con los ojos entornados y sonríe,  contagiándome.

Claramente estas bromas ya me las tomaba con humor, o bueno, la verdad nunca me las tomé de una mala manera, solo que antes mi sensibilidad estaba altísima y todo me molestaba.

A lo lejos, diviso a la Emilia, quien venía caminando hacia nosotros con el semblante serio mientras que la Alejandra tenía una mueca en su rostro.

—Buenas.—saluda la Ale, para luego extender sus manos hacia nosotros con la intención de chocarlas.

—¿Y esas caras?—pregunta el Jeremías, adelantándose.

Veo a la Emilia, quien me sonríe sin mostrar los dientes.

—Jere, acabamos de tener la prueba de biología, que cara pretendís que tengamos cuando yo,—la Ale se apunta a sí misma.—nunca he entendido esa materia y esta—apunta a la Emilia, provocando que suelte una risa.—se escapa en todas las clases...

—Entendible.—murmuro.

Ambas asienten y acto seguido, la Emi se sienta a mi lado, para luego apoyar su cabeza en mi hombro. Acción que tomó como costumbre desde que volvimos a estar juntos, la cual no me molesta en lo absoluto, pues, provocaba que mi inseguridad se fuera por unos momentos.

—Oye, Emilia, la otra vez dijiste que faltaban como dos semanas para las vacaciones de invierno...—habla el Jeremías.—Ya pasaron casi las dos semanas y seguimos en esta hueá dando pruebas...

—Me equivoqué, perdón.—responde lentamente, como si estuviera quedándose dormida.

—¿Saben para lo que falta poco?

La Ale sonreía animadamente, dándome a entender que lo que pasaría era realmente increíble. Siento que el Jeremías bota aire y luego, la Emi sonríe levemente.

—Para qué.—hablo, no pudiendo más con la duda.

—Para el cumpleaños de estos dos pasteles...—la pelinegra se acerca y le da un golpe a cada uno, mientras sonríe con burla.

Ni tan zorrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora