PABLO:
Cuando escucho esas palabras, la preocupación aumenta y me levanto de la cama en un abrir y cerrar de ojos, ignorando el latente dolor de mi torso.
—Puta el Félix, hueon.—murmuro y abro la puerta.
Siento los pasos de la Emilia detrás mío, mientras que bajo las escaleras. Cuando salimos, vemos a la Ale intentando, con todas sus fuerzas, mantener al Félix de pie, mientras que él balbuceaba apenas.
Camino hacia la reja y la abro rápidamente. Me acerco al Félix, pongo su brazo al rededor de mi cuello y rodeo su cintura. La Emilia cambia de puesto con la Ale y ésta suelta un suspiro mientras que nosotros arrastramos a mi amigo hacia el living.
Lo dejamos en el sillón y él nos mira fijamente con una sonrisa floja tirando de sus labios.
—¿Dónde lo encontraste?—le pregunto a la Ale.
Ella cierra la puerta y se pone al lado de la Emilia.
—Estaba en los locales de completos.—responde y yo frunzo el ceño de inmediato. La miro con duda y ella bota aire.—No entiendo cómo, pero me llamó diciendo que estaba ahí y que necesitaba hablar contigo, pero que estaba perdido.
Mi mirada de inmediato escudriña al Félix, quien me mira con culpa. Tenía los ojos llorosos y un puchero se adueñaba de sus labios.
—Voy a hacerle un café, Ale acompáñame.
La Emilia y la Ale desaparecen de mi campo de visión y ahora centro toda mi atención en mi mejor amigo.
—P-Pablito... Perdo-Perdóname, por-por favor...—balbucea el Félix, ahora con las lágrimas mojando sus mejillas.—N-No era, t-te juro q-que no qui... no quiero mentirte pero...
—Félix, ¿perdón por qué?
—Deja... Déjame terminar po...—ahora su voz estaba quebrada y ya veía que en cualquier momento empezaba a sollozar.—N-no quie...ro mentirte... Pe-pero no tengo otra opción.—levanta su dedo índice y lo pone en mi mejilla.—Porque... porque si te cuento...—Empieza a llorar y ahora las lágrimas son más abundantes.—Si te c-cuento ¿S-Sabis que va a pasar?
Sin querer que se enoje y siguiéndole el juego, niego con la cabeza.
—T-te vay a enojar con-conmigo... por... porque te traicioné.
Frunzo el ceño y antes de preguntarle el por qué, la Ale llega con el café. Me lo pasa a mí y yo me siento en el sillón.
—Félix, yo no me voy a enojar ¿ya?—murmuro intentando consolarlo.
—Men-mentira, m-me vay a odiar...—empieza a sollozar y yo miro a la Ale y a la Emilia, quienes miraban la escena con preocupación.
Suspiro y dejo el café en la mesa de centro, para luego volver a mirar a mi amigo.
—Félix.—tomo su cara con ambas manos y lo obligo a mirarme fijamente.—yo no me voy a enojar contigo, tranquilo.—murmuro.
—¿E-En serio?—pregunta, con la voz entre cortada y apenas pudiendo respirar.
—En serio.—sonrío de lado y él asiente.
—N-No te... No te creo.—ahora niega con la cabeza y el puchero vuelve a aparecer.
Con ayuda de mis pulgares quito las lágrimas de sus mejillas y hago que apoye su cabeza en mi hombro, para luego yo rodearlo con mis brazos.
—Félix, yo no me voy a enojar, eres como mi hermano, ¿bueno?—él mueve la cabeza, y supongo que está asintiendo. Me separo de él y lo miro fijamente.—Pero después me dices, ahora tómate el café para que te pongas un poco mejor.
ESTÁS LEYENDO
Ni tan zorrón
Teen FictionEl cambio de casa y de ambiente obligan al Pablo a que salga de la burbuja de ignorancia en la que ha vivido durante toda su vida. También debe enfrentarse a las inseguridades que siempre lo persiguieron y, como no, al amor.