Capitulo 55

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Cuando me separo del Félix, lo veo fijamente a los ojos, intentando descifrar qué es lo que le pasa. Sin embargo, él desvía la mirada y comienza a caminar lentamente, dándome la espalda.

Conmigo a la siga, se sienta en el sillón con total confianza y vuelve a mirarme; Sus ojos se notaban brillosos y caídos debido a que, probablemente, había llorado. Me siento a su lado, no queriendo decir absolutamente nada hasta que él tomara la iniciativa, por lo que mi único gesto es hacerle cariño en la espalda.

Por un momento, se me pasa por la cabeza la idea del Félix contándome lo que tiene con el Jeremías, por lo que me preparo mentalmente para decir cosas que puedan hacerlo sentir cómodo y apoyado. Y si no era eso, también le diría cosas para hacerlo sentir bien. Tampoco es que me costara mucho encontrar las palabras correctas, ya que llevo mucho tiempo viendo a mi amigo mal y cada vez que lo recordaba mi mente comenzaba a crear falsas conversaciones conmigo dándole consejos al Félix.

—Peleé con mis papás.—musita, sorbiendose la nariz. Levanto mis cejas y él me ve con una ligera intriga.

—¿Por qué?—Pregunto con cautela.

—Eh...—Su voz comienza a tiritarle, y se me hace imposible no sentirme desesperado por verlo así.

Muy pocas veces el Félix iba a estar al borde del llanto contando sus cosas. Porque siempre que algo malo pasaba en su casa él mantenía la compostura y con el único sentimiento que hablaba era con el de la rabia. Pero ahora, podía ver que no había ninguna intención de mostrarse como siempre, ni siquiera estaba el esfuerzo de hacerlo.

—Porque me tienen aburrido. No están en todo el día en mi casa y se sienten con el derecho de decirme que tengo o no tengo que hacer.—musita, frunciendo el ceño con incredulidad.—Y ya... De verdad, estoy chato.

Niega con la cabeza y pasa su mano por el rostro.

—¿Qué te dicen?

—Hueás. Llegaron de ver a mi hermano y se pusieron más hueones... Estoy ni ahí, de verdad, ni ahí con hacer lo que ellos quieren y estudiar lo que ellos quieren.

—¿Ya les dijiste que queríai estudiar música? ¿O dedicarte a ella?

—No.—Responde secamente.—Es que no me interesa contarles nada de mis intereses y ya... Ya ni siquiera sé si quiero dedicarme a eso. No sé qué hacer.—Me ve con desesperación, como si estuviera buscando la respuesta en mí.

Sin embargo, mi única respuesta es alzar las cejas y mojarme los labios.

—Félix, no es necesario que tengas que decidir ahora.—musito, intentando darle consuelo entre su desesperación.—Podis tomarte un año sabático o... Dos. Y darte el tiempo necesario para pensar. Hay tiempo todavía.

Enseguida él niega con la cabeza, mordiéndose la uña del dedo pulgar a la vez que desvía su mirada hacia el suelo.

—Es que no... Yo necesito salir de mi casa, no soporto a mis papás. No soporto que estén encima mío. Me siento asfixiado.

Una parte de mí me decía que un poco de esa asfixia se debía a él conociendo su orientación sexual, y me sentía tan frustrado con la idea de no poder decirle nada al respecto-para ayudarlo- debido a que él todavía no se ha atrevido a decirme nada. Necesitaba ser paciente, y lo sabía. Pero aún así, era frustrante.

—Es como una hueá tan rara.—musita con frustración, aún sin verme.—Y no puedo tomarme ningún año sabático, mis papás no me dejarían.

—Pero, podrías hablar con ellos.—digo, con un poco de sigilo.—En una de esas te apañan y... No sé, podís irte de viaje o algo así.

Ni tan zorrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora