EMILIA:
No sé qué mierda se me pasó por la cabeza cuando decidí tomar más de lo que siempre tomo. Probablemente entre tanto huebeo no lo pensé y no llevé contabilizado los vasos y menos los shots, pero literalmente me acuerdo de la mitad de lo qué pasó a noche.
Ahora estaba tirada en una cama que no conozco mirando el techo e intentando calmar mi dolor de cabeza.
Siento que se abre la puerta y veo a la Ale entrar a la pieza. Su apariencia me dio risa, tenía un tomate literalmente casi llegando a su frente que estaba totalmente desarmado, y tenía el poleron del Félix a punto de salirse.
—¿Dónde dormiste?—pregunto.
—En el sillón de la pieza del Félix.—sonríe y se acuesta a mi lado.—¿y tú? dormiste acompañadita.—la miro y tenía ambas cejas levantadas.
Frunzo el ceño y el recuerdo del Pablo dejándome en la cama se vino a mi mente en tres segundos.
—¿Dormí con el Pablo?—abro los ojos como plato.
—No sé po, dime tú.—se encoge de hombros.
—Hueona, no me acuerdo mucho de lo qué pasó acá...—murmuro y empiezo a divagar entre mis recuerdos.—¿Y el Pablo?
—Está en la pieza con los chiquillos, llegó allá y yo al rato me vine para acá.—mueve sus manos.—Ni ahí con estar con esos hueones, el Jeremías se tiró puros peos anoche. Siempre hace la misma hueá.—empieza a reírse mientras niega con la cabeza.
—¿Y el Jeremías donde durmió?—miro a mi amiga y me sonríe.
—Con el Félix.
Nos quedamos en silencio y lo aprovecho para intentar recordar lo que pasó acá; El Pablo me dejó en la cama y no sé qué le dije a él, pero de la nada estaba acostado a mi lado...
—A veces... solo a veces, siento que me gustas.
Al recordar eso, me llevo las manos a mi cara, las quito y me siento al toque.
Si seré hueona. Como mierda le digo esa hueá... Ni siquiera estoy segura y mi yo curá le dice eso al Pablo.
De repente, todos los recuerdos de anoche llegan a mi cabeza como un torbellino, y quiero pegarme un tiro. Literalmente, ahora recordaba todo, lo único que no tenía en mi cabeza eran los diálogos entre nosotros.
Ya, si igual puede que me lo esté imaginando y no sea real. Si, puede pasar eso.
—Hueona, ¿que te pasó?—también se sienta en la cama y pone sus piernas como si fuera a meditar.
—Parece, solo parece, que la cagué.—ella frunce el ceño.—¿Qué tan curao estaba el Pablo ayer?—pregunto con un poco de esperanza.
—Estaba mejor que todos...—ladea la cabeza.—¿Por qué me preguntai...?—sus ojos se abren más de la cuenta y abre la boca.—me estay huebiando que tú con él...
—¡No!—la detengo antes de que piense cualquier cosa y su rostro vuelve a la normalidad.—No... pero, creo que le dije que me gustaba.—Vuelve a tener la misma expresión.—Y parece que casi nos comemos...
—¿Me estay huebiando?—sonríe, sabía que quería molestarme.—¿Y te gusta? Esa no me la sabía.
—Es que eso es lo peor, porque me siento confundida de hace días y no quería decir nada para poder aclararme yo sola, pero al parecer mi yo curá decidió decirle al Pablo que me gustaba.—murmuro.—Y ni siquiera me gusta, solo lo encuentro bacán.—me encojo de hombros.
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Ni tan zorrón
Teen FictionEl cambio de casa y de ambiente obligan al Pablo a que salga de la burbuja de ignorancia en la que ha vivido durante toda su vida. También debe enfrentarse a las inseguridades que siempre lo persiguieron y, como no, al amor.