Ni siquiera me molesto en fingir que fui al colegio. Tan solo llego a mi casa a las once de la mañana ganándome miradas de intriga por parte de mi mamá, quien estaba sentada en el comedor junto con la máquina de coser.
—¿Y tú? ¿Te suspendieron las clases?
Alza las cejas y por un momento pienso en mentirle, sin embargo, me arrepiento al segundo, negando con la cabeza.
—No fui.—tiro mi mochila en el sillón y soy un par de pasos hacia ella, sentándome a su lado.—¿Y la abuela?
—Ya, ¿Y por qué no fuiste?—me mira fijamente a los ojos y escudriña cada parte de ellos, ignorando la pregunta que le hice para inhibirla.
Estaba sin ánimo, a pesar de que el juntarme con mi papá no resultó ser un fracaso como pensé que sería; Me quedó en silencio, volviendo a pensar en ocultarle lo que fui a hacer.
—Pablo. ¿Tú creis que es chiste que faltes porque sí? Podis repetir.
Su espalda se mantenía erguida, mientras que su tono de coz se alzaba con cada frase que daba.
—No, pero...
—Pero qué. A dónde fuiste. ¿Estay drogado?
Intenta tocar mi cara, pero yo la alejo de mí al tiro.
—Me junté... Me junté con mi papá.—Musito.
El rostro de mi mamá se torna serio, provocando arrepentimiento de mi parte por haberle contado.
—¿Por qué?—Se remueve en su lugar y segundos después, se pone de pie.
—Quería hablar con él... decirle algunas cosas...
—¿Y por lo de la pelea? ¿Lo perdonaste?
Se pasa una mano por el pelo y bota aire, como si estuviera intentando calmarse.
—Más o menos; No sé.—Esquivo su mirada y guardo los manos en los bolsillos del polerón.
—Pablo...
—La semana pasada leí una carta que escribió la Tere.—hablo antes de que quisiera decirme algo.—Contaba cosas pasadas de mi papá y cómo se sentía con todo esto. Quise ir a hablar con él.
Me encojo de hombros encogiéndome de hombros.
—¿Y no fuiste capaz de contarme?—pregunta con incredulidad. Apoya una de sus manos en la mesa y carga todo su peso en ella.—Qué bonito...
—No encontré que fuera necesario.
—Pablo, explícame...
—Tampoco habla-
—¿¡Explícame por qué chucha pensaste que no sería necesario!?—Exclama, sobresaltandome, dejando notar su enojo.—¡Estamos hablando de tu papá, no de un amigo... Es un asunto que a los dos nos incumbe!
—Si sé, pero quería hacerlo primero y después contarte.
Asiente lentamente y suspira entrecortadamente, a la vez que comienza a doblar las telas con brusquedad.
—¿Qué hablaron?—A pesar de que el volumen de su voz disminuye, aún se notaba agitada.
—Nada... Me preguntó cómo estaba, qué estaba haciendo; Me preguntó por ti...—Deja de doblar y me ve de reojo.—Y... Me pidió perdón por lo de la otra vez—suelto una risa de incredulidad, al mismo tiempo que una especie de desilusión me invade, debido a que esperaba disculpas por otras cosas.
—Y eso. No fuimos más allá y nunca planeé hacerlo. Solo necesitaba esta conversación.—Seguía todos sus movimientos con mi mirada.—Me pidió que conversáramos más y que considere quedarme allá los fin de semanas. Lo noté un poco distinto...
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Ni tan zorrón
Teen FictionEl cambio de casa y de ambiente obligan al Pablo a que salga de la burbuja de ignorancia en la que ha vivido durante toda su vida. También debe enfrentarse a las inseguridades que siempre lo persiguieron y, como no, al amor.