Mi mamá sube a su pieza, dejándonos solos en medio del living. Rodeados de una tensión y una incomodidad que hace mucho no sentía.
—¿C-Cómo llegaste aquí?
—El Félix me dio la dirección... Espero que no te enojes con él.—Levanta ambas cejas y sonríe levemente.—Te vine a ver porque quedé preocupada con lo que pasó la otra vez...
Asiento levemente, mordiéndome el labio, no sabiendo que hacer en estos momentos. No sabía cómo poner mis manos, mis piernas o que gestos hacer.
—Estoy bien. Gracias por preocuparte.—murmuro, desviando mi mirada por milésima vez en menos de dos minutos.
—Nunca pensé que tu papá sería así.—dice, mirando el sillón por un par de segundos.—Todos quedamos sorprendidos.
Boto aire y con un poco de torpeza, le digo que se siente. Me hace caso de inmediato y yo hago lo mismo.
—Así es el Guillermo.—apenas termino de decir su nombre, la Isidora me escudriña con la mirada, provocando que desvíe mis ojos hacia ella, percatándome que parecía estar sorprendida.
—Y los demás están igual de sorprendidos... El José Tomás pensó en venir también.—pone sus manos en las rodillas.—Pero no sé por qué al final se arrepintió.
—El Aurelio no lo dejó.
En ese instante, la Isi suelta una risa y niega con la cabeza, dándome a entender que ella también creía lo mismo que yo. Luego de ese pequeño relajo, y para mi mala suerte, nos volvemos a quedar en silencio. No sabía que decir, sentía que no tenía un tema de conversación interesante que nos hiciera hablar durante horas.
—¿Y de dónde venías? Tu mamá dijo que habías salido sin decirle nada.
Me cuestiono un poco si contarle o no, pero, no quería ocultarle nada, porque tenía un poco de miedo a que ella se pasara rollos.
—De la casa de la Emilia.—Noto una leve confusión en su rostro, pero luego, ésta pasa a ser de entendimiento.
Asiente con la cabeza y levanta ambas cejas.
—Tu polola.—murmura y a pesar de que ambos quedamos en no decirnos así, era lo más fácil para los demás, por lo que asiento.—¿Te gusta mucho?
—Sí.—musito.
—Y... ¿Haz hablado con tu papá después de lo que pasó?
El cambio de tema repentino me hizo agradecerle mentalmente, porque en este preciso momento no tenía ganas de hablar sobre mis sentimientos. No con la Isidora.
—No.—Me quedo en silencio por unos segundos y luego vuelvo a hablar, queriendo que nuestra conversación no se quede en simples monosílabos.—Aunque ayer lo intenté llamar, pero no me contestó...
Cacho que alza las cejas, notándose un poco incrédula ante mis palabras.
—Pablo.—Suelta con una pequeña risa entremedio. No era una risa normal, era casi irónica.—¿Por qué lo llamaste? Él te debería llamar a ti.
La miro con mis labios presionados, un poco sorprendido por su repentino reproche.
—Entonces para qué me preguntái.
—Porque pensé que él se pondría en contacto contigo, no al revés.—Hace una mueca y se inclina hacia adelante.—¿Lo llamaste para disculparte? No entiendo.
Tomo aire profundamente y luego de botarlo, me planteo por un par de segundos si contarle o no. No por mi falta de confianza hacia ella, sino que no quería sentir lo que sentí cuando leí la carta. Aún así, decido contarle.
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Ni tan zorrón
Teen FictionEl cambio de casa y de ambiente obligan al Pablo a que salga de la burbuja de ignorancia en la que ha vivido durante toda su vida. También debe enfrentarse a las inseguridades que siempre lo persiguieron y, como no, al amor.