—Dice que ya bajan.—murmuro mientras guardo mi teléfono en el bolsillo del pantalón.
El Jeremías asiente, mordiéndose la uña del dedo a la vez que se mantenía apoyado en el poste.
Estábamos afuera de la casa de la Ale, más bien de los blocks en donde vivía, esperando a que bajara junto a la Emilia para irnos al cumpleaños de una compañera de ellas. La verdad, poco sabía de la cumpleañera, pero al parecer le caía bien porque me invitó mediante un mensaje de instagram. Al igual que al Jeremías, con la diferencia de que con él sí ha hablado.
—¿Y le preguntaste a la Josefa si podiai invitar al Félix?
Cuando esa pregunta sale de su boca me quedo en silencio, debido a que mi respuesta sería una negativa, además de que no sabía sobre nuestra pelea de hace un par de días atrás. Solo me limito a negar con la cabeza y fruncir el ceño, a la vez que me muerdo el interior de mi mejilla.
Quería contarle sobre lo ocurrido, pero no sabía cómo. Supongo que la razón era que el Jeremías hablaba con él, o bueno, tenían algo, más bien. Lo que creaba la idea de que probablemente él estuviera del lado de mi mejor amigo. Y no quería pelear nuevamente, menos si se trataba de mi segundo mejor amigo.
La única que lo sabía era la Emilia, a quien se lo había contado el día después de nuestra salida.
Sin embargo, le respondo, esperando en cortar la inminente conversación con un simple monosílabo.
—No.
Lo miro de reojo y me doy cuenta que el también me veía, pero lo hacía de manera fija con el ceño fruncido, denostando confusión.
—Se me olvidó...—vuelvo a hablar con un tono de duda.
—Ah.—musita.
Nos quedamos en silencio y luego de que se volvió incómodo por mi parte, decidí hablar nuevamente. Porque al parecer no estaba satisfecho con mi respuesta.
—Es que tampoco hubiera servido de algo porque hace rato que no hablo con él.
—Ya, pero... pudiste hablarle.—hace un gesto de obviedad, a la vez que uno de burla se asomaba.—Como cuando nosotros no hablamos por días y después lo volvemos a hacer como si nada. Supongo que tienen esa relación si son mejores amigos.
Me maldigo mentalmente por creer que debía seguir hablando sobre esto cuando de todas formas quería zanjar la conversación que creía que se venía.
—Es que, peleamos. Entonces, por obvias razones ya no nos hablamos.
Cuando veo su reacción me doy cuenta de que él no tenía idea de nada, incluso hasta parecía sorprendido por no saberlo.
—¿De verdad? ¿Por qué?—Se muerde el interior de su mejilla y frunce los labios, para después cargar su peso en una pierna.
—Tenía atados en su casa y vino para la mía. Le di consejos que no le gustaron y se enojó. Aparte de que las disposiciones en nuestra amistad son distintas.
—¿Y por qué se enojó por eso? No encuentro que sea para tanto.
—No sé. Igual lo noté a la defensiva. Y le encontré la razón con respecto a que él siempre da más que yo.—murmuro, no queriendo mencionar que la pelea llegó a los golpes.—A lo mejor... Si yo solo me hubiese dedicado a escucharlo y no a darle consejos, otra sería la historia.
El Jeremías asiente, con entendimiento y vuelve a fruncir el ceño.
—De todas formas, no creo que uno de más que el otro en su relación de amistad.—Ladea la cabeza y presiona los labios.—Lo qué pasa es que son distintos. Tienen distinta personalidad; Tú eris más callado, relajado y menos demostrativo, en general. Mientras que el Félix es más extrovertido, quizás para encajar, pero se le nota más personalidad.
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Ni tan zorrón
Roman pour AdolescentsEl cambio de casa y de ambiente obligan al Pablo a que salga de la burbuja de ignorancia en la que ha vivido durante toda su vida. También debe enfrentarse a las inseguridades que siempre lo persiguieron y, como no, al amor.