—¿Por qué no fuiste al colegio?—pregunto, deshaciendo el abrazo que nos estuvimos dando por más de veinte segundos. Ignorando el olor a marihuana que estaba impregnado en su poleron.
—Me quedé dormido.—se encoge de hombros y me da un beso.
Por mi mente vuelve a pasar que algo andaba mal, por lo que mi primera reacción es darle una mirada de incredulidad, a lo que él niega con la cabeza queriendo transmitirme tranquilidad.
—Mira.—estira su brazo hacia mí. En su mano tenía una bolsa de regalo muy pequeña, la cual había ignorado y nunca vi hasta ahora.—Un pequeño presente...—murmura, mientras tomo el objeto entre mis manos.—Sé que me dijiste que no querías nada, pero igual.
Sonrío levemente por su tono de voz y a pesar de que aún no he abierto la bolsita, quería abrazarle y besarle a modo de agradecimiento. Sin embargo, me controlo, debido a que estábamos en la calle, lo que significaba chisme para los vecinos y por consiguiente, para mis papás. Por lo que tomo de la mano y lo guío hasta que entramos al living. Es en ese momento en el que decido concretar mis deseos de abrazarlo, con todas mis fuerzas como si hace unos minutos atrás no lo hubiéramos hecho.
El Pablo me transmitía tanta tranquilidad al momento de enredarme en sus brazos que podría estar así todo el día.
—Pero si todavía no lo abres.—murmura en mi oído, con un suspiro de por medio.
—Da lo mismo.
Él pone sus manos en mi cintura y me aleja con lentitud.
—Ábrelo.—susurra, notándose un poco ansioso.
Camino hacia el sofá con el Pablo a la siga mía y una vez que ambos estamos sentados, abro la bolsa. Lo primero que veo es una cajita de cartón, junto con un mini sobre de papel craft. Saco ambas cosas y lo primero que abro es la caja. Enseguida veo una cadena con un clavel rojo de dije. Alzo mis cejas y dirijo mi vista hacia el Pablo, quien se notaba inquieto.
—Está muy lindo...—murmuro, sacándolo.—¿Por qué un clavel?
—No te voy a decir.—sonríe con burla.—Después busca el significado por internet.
Lo miro con suspicacia y dejo la cadena a un lado para después tomar el sobre café y abrirlo. Veo dos argollas plateadas en forma de corazón y me sorprendo porque hace un tiempo había visto estos mismos en una feria, pero no pude comprármelos. Los saco de su envoltorio y comienzo a probármelos.
—Está todo muy lindo...—susurro con mis ojos pegados en él mientras termino de afirmar el segundo aro.
—¿De verdad?
Podía notar mucha ilusión a través de sus ojos y a través de esa media sonrisa que me dedicaba, cosa que me causaba mucha ternura ver, a pesar de que aún tenía esa inquietud por saber qué le había pasado.
Asiento levemente poniendo mis manos en ambos lados de su rostro y acercando el mío, con la intención de darle un beso. Cuando nuestros labios se juntan, me estremezco mientras el Pablo pone ambas manos en mi cintura, acercándome a él. Era un beso muy intenso en donde ni siquiera podía pensar con claridad. Y en donde se sentía que la temperatura aumentaba por segundo. Mis manos bajan hacia su cuello y luego, lentamente, hacia su torso, sintiendo como se estremecía. En un movimiento rápido me siento entre sus piernas y él, torpemente, baja sus manos hacia las mías, para después meterlas dentro de mi falda con lentitud, como si estuviera pidiéndome permiso, por lo que, rápidamente las tomo y las adentro, dándole a entender que sí quería. Es ahí, cuando el Pablo me presiona hacia él a la vez que apoya su espalda en el respaldo del sofá, acariciando mis muslos con movimientos circulares.
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Ni tan zorrón
Teen FictionEl cambio de casa y de ambiente obligan al Pablo a que salga de la burbuja de ignorancia en la que ha vivido durante toda su vida. También debe enfrentarse a las inseguridades que siempre lo persiguieron y, como no, al amor.