🦋ANTES DE LEER🦋:
Ahí arribita dejé un calendario, para que no se pierdan!!! el cuadro verde es el día de este capítulo y los otros días marcados están descritos... Estoy segura que a uds no les importa esta wea, pero si no lo hago no me voy a sentir tranquila porq soy muy perfeccionista con el tiempo que pasa en mis historias, así que quiero que estén contextualizados!!
ahora si, disfruten el capítulo.
* * *Bajo las escaleras y le doy un vistazo al quiosco para cachar si la señora que vende está ahí o no. La verdad, no estoy muy seguro de si me va a vender las galletas, porque estamos en horario de clase. Según la Emilia me dijo que si lo va a hacer, porque es simpática. Quizás a ella le vende porque la conoce, pero yo llevo una semana y media de clases acá y nunca he ido a comprar al quiosco porque me da vergüenza.
Cuando la veo, me acerco al quiosco con las manos en los bolsillos, intentando evitar su mirada llena de duda.
—Hola.—saludo un poco intimidado.
—Hola, mi niño, ¿Qué se le ofrece?—sonríe sin mostrar sus dientes.
Admito que su calidez al saludar me sorprendió un poco.
—Eh... me dijeron que tenía de esas galletas de doscientos.—respondo y me maldigo mentalmente por no acordarme del nombre.
—¿Cuáles?—frunce el ceño.—tengo varias de doscientos.
—No sé... me dijeron que la comprara.—me encojo de hombros y ella me vuelve a mirar fijamente.
—¿Quién le dijo?
—La Emilia...—al nombrarla ella sonríe y levanta las cejas con emoción, como si le hubiera dicho que se ganó el loto.
—La Emi... ella siempre compra de estas.—dice mientras me da la espalda y saca un paquete verde del estante.—usted es nuevo aquí, ¿cierto?
Pregunta mientras deja el paquete de galletas en esa cosa de metal para apoyarse y cuando lo hace yo lo tomo y le paso las monedas.
—Si...
—Se nota.—asiente con la cabeza.—¿Y que le pasó en la ceja?—sus ojos me observan detalladamente y esperan una respuesta de mi parte.
Admito que estoy un poco incómodo. No es sorpresa, la verdad.
—Tuve una pelea el viernes pasado.
Lo de la pelea me da un poco de cosa contarlo, o sea, vergüenza, a decir verdad.
—Usted fue el que se peleó con el Marco.—más que una pregunta es una afirmación. Yo me limito a asentir.—Tan pesado que es ese niñito a veces.
No sé qué responderle, y me siento un poco cohibido por eso. No es que esto no me pase siempre, porque me pasa y lamentablemente siempre me siento así cuando el silencio es el protagonista.
—Pero no lo pesquis no más, después se le pasa.—le sonrío sin mostrar los dientes.—Oye, ¿y usted es amigo de la Emi?
—Se podría... se podría decir que sí.—carraspeo y ella ladea la cabeza.
—¿Cómo se podría decir que sí?
—Es que, nos conocemos hace poco. Yo llegué el lunes pasado no más al colegio.
—Si po.—me mira y vuelve a sonreír. Se vuelve a dar la vuelta y saca algo de un canasto para luego pasármelo.
Era un coyac y algunos frugeles.
—Llévale el coyac a la Emi, dile que es de mi parte.—Me intimida un poco porque sonríe cada vez que puede.—y los dulces pa ti.
—Gracias...—le sonrío un poco confundido y tomo las cosas para guardarlas en el bolsillo.
ESTÁS LEYENDO
Ni tan zorrón
Teen FictionEl cambio de casa y de ambiente obligan al Pablo a que salga de la burbuja de ignorancia en la que ha vivido durante toda su vida. También debe enfrentarse a las inseguridades que siempre lo persiguieron y, como no, al amor.