Capitulo 61

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Cuando bajo al primer piso lo primero que veo es a mi papá sentado en el sillón, con una taza de café en su mano derecha, su tablet apoyada en sus piernas y puedo divisar un plato con algo que no distingo en la mesa de centro.

Me parecía extraño verlo de esa manera, tan relajado. No era algo que acostumbrara a ver.

Apenas llego a su lado despega su vista de la tablet, volviendo su rostro hacia mí. Alza ambas cejas y sonríe levemente.

—Buenos días.—habla.

Bloquea la tablet, deja la taza a un lado y se pone de pie. Se notaba inquieto, casi nervioso.

—Hola.—murmuro, sintiendo mi garganta apretada debido a que había despertado hace un par de minutos.

—No te esperé para tomar desayuno. No pensé que despertarías temprano.—sus movimientos eran titubeantes.—Ayer te sentí llegar súper tarde.

Y obvio que lo hice si después de salir de la casa del Darío decidí sentarme en una plaza de su condominio a pensar. Quise ordenar mis pensamientos sin ningún tipo de distracción y al parecer a mi yo curado le pareció buena idea ir a ese lugar. Me arrepentía un poco por haberlo hecho, debido a que el frío de la noche hizo y hoy amaneciera con una molestia en la garganta.

Una de las cosas que hice fue responderle a la Emilia con un bueno. Así que, aunque no esté de acuerdo, hablaremos.

—Sí... No importa, no tengo hambre.

No sabía qué decir, ni qué hacer. Todo esto me parecía muy incómodo.

—¿Cómo no vay a tener hambre? Tenis que tomar desayuno. ¿Qué quieres? Té, café, leche...—Habla, caminando hacia la cocina, obligándome a seguirlo.—Café con leche... Cereal...

—Quiero un pan con huevo...—musito.—Pero yo me lo hago.—me apresuro a hablar apenas me doy cuenta de que camina al refrigerador para sacar los huevos.

—No... Tranquilo, yo puedo.

—Papá, no.—insisto.—Yo me lo puedo hacer, de verdad.

Me mira con los ojos entrecerrados, casi resignado.

—Ya, entonces voy a traer mi desayuno para acá. Para acompañarte.

Sonrío sin mostrar mis dientes, al mismo tiempo que asiento con la cabeza. Ante ese gesto de aprobación, desaparece de la cocina.

Tenía que ser sincero. Su interés por atenderme me estaba sorprendiendo, y no de una buena manera. Tenía una sensación de extrañeza que no me agradaba en lo absoluto.

Me sentía totalmente incrédulo.

Cuando comienzo a cocinarme los huevos, él vuelve y se sienta en la mesa que está en medio de la cocina.

—¿Y? ¿Cómo la pasaste anoche?

Me hubiera encantado ver su expresión ante su pregunta. Sin embargo, estaba de espalda.

—Bien.— Respondo sin más, mientras pongo el pan en el tostador.

A mis espaldas escucho una pequeña risa, la cual me genera confusión.

—¿Qué pasó? ¿Por qué te reís?—pregunto, aún sintiéndome incrédulo por el momento que estábamos teniendo.

—¿Te reconciliaste con la Isidora?

Cuando escucho esa pregunta mi primera reacción es hacer una mueca de desagrado. No por la Isidora, sino que por el hecho de que mi papá me esté preguntando esas hueás con tanta confianza.

—¿Por qué pensai eso?

Bajo mi mirada y termino de revolver el huevo antes de apagar la cocina. Saco el pan de la tostadora y lo dejo en un plato para luego darme vuelta y encontrarme con el rostro de mi papá.

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⏰ Última actualización: Jul 10, 2023 ⏰

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