Cuando apoyo mi espalda en el árbol, suelto un suspiro, sintiendo un alivio en mis piernas debido a que no les había dado descanso desde la mañana; La Emi se sienta entre ellas, apoyándose en mí a la vez que entrelaza sus manos con las mías.
—Oh, que estoy cansada...
—Yo también.—musito, dándole un pequeño beso en su cabeza y quedándome así.
Nos juntamos temprano-si es que las once de la mañana se puede considerar temprano- y nos paseamos por todo el centro de Santiago como si fuéramos unos verdaderos turistas. Nos sacamos fotos, o más bien, yo le saqué fotos a la Emi sin que se diera cuenta, comimos, y seguimos paseando hasta que llegamos a los típicos museos a los que todo el mundo va, y los admiramos como si ninguno de los dos los conociera.
Ahora, después de haber salido del museo de la memoria (El único que no había visitado con anterioridad) decidimos tirarnos en el pasto de un parque, relajados como si viviéramos al lado de éste y no tuviéramos que andar en metro por una hora más.
—La pasé súper bien. Soy bien flojo para estas cosas, me dan lata. Pero no lo sentí así hoy día.
—Es que todo va en la compañía po.—Se endereza un poco, y me mira con gracia, a la vez que sonríe de lado.
—Tenís razón.—contesto.—Sin huebear, contigo puedo estar acostado en una cama y la voy a pasar bien...
La Emi hace una mueca, la cual denota ternura hacia mí, provocando que me sienta levemente intimidado.
—Qué erís lindo...—Acerca su rostro al mío, con un leve puchero y deja un corto beso en mis labios.—Te quiero.—susurra cuando se separa de mí.
—Yo también.—respondo, mojándome los labios.
—Cambiando de tema...—Habla, volviendo a su posición anterior; Por lo que yo dejo una de mis manos en su abdomen.—¿No veís que el sábado iban a celebrar el cumpleaños de mi mamá?—Me quedo en silencio, sintiéndome culpable por no recordar absolutamente nada de ese evento.—Al que mi papá te invitó...
—¡Ah! Sí.—exclamo con entendimiento.—Sí. ¿Qué pasó con eso?
—Que ahora toda mi familia sabe que estoy pololeando... Gracias a mi papá.
Levanto ambas cejas, un poco intimidado e inquieto por esa noticia.
—Broma...—susurro.—¿Y qué onda?
—Nada po, que le contó a todos, y a todos les habló de ti y decía que pa la otra te iba a convencer sí o sí para que fueras.
—¿Y qué decía de mí? Qué miedo.
Siento que la Emi deja su mano encima de la mía, y la entrelaza, mientras que la curiosidad aumenta, al igual que ese pequeño nerviosismo se asomaba al saber que toda la familia de la Emilia sabía de mi existencia desde la perspectiva de otra persona. Y no cualquier persona, sino de mi suegro.
—Decía, "No... Si es buen cabro, súper educado y se nota que quiere a la Emi... Es medio pituco eso sí".—Las ultimas palabras las dice entre risas, contagiándome un poco con ellas.—Sus palabras.
Trago saliva, aliviado y sonrío sin mostrar los dientes.
—¿Y tú mamá? ¿Dijo algo?
Pregunto sin pensar, sintiendo que la aprobación de ella era mucho más importante-no queriendo menospreciar al papá-, debido a que durante toda la once me miraba con mucha intriga, y a pesar de que a veces me hablaba con simpatía, no podía evitar sentir que no le agradé lo suficiente.
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Ni tan zorrón
Teen FictionEl cambio de casa y de ambiente obligan al Pablo a que salga de la burbuja de ignorancia en la que ha vivido durante toda su vida. También debe enfrentarse a las inseguridades que siempre lo persiguieron y, como no, al amor.