EMILIA:
—Estoy orgullosamente castigado.—habla el Jeremías, mientras se sienta al lado de nosotras en la banca.—Por una semana, por lo menos. Igual, menos mal los pacos no me sacaron tanto la chucha.
—Amo a tu mamá por ser así.—dice la Ale.—¿con qué te castigó?
—No puedo salir, justo ahora que estaba saliendo casi todos los días.
Muevo mis pies inquietamente y miro al Jeremías.
—¿El Pablo no vino?—pregunto, fingiendo desinterés y el Jeremías niega con la cabeza.
—Hablé con él en la mañana y apenas se podía mover.—cuando escucho que dice eso unas ganas de ir a verlo me invadieron.—Me dijo que te dijera que lo fueras a ver.
Sube y baja las cejas mientras me da una mirada traviesa.
—No voy a ir...—niego con la cabeza y me gano la mirada de mis dos amigos.
No tenía ganas de ir. Digo, si tengo ganas, muchas ganas. Pero estaba el Rafael, quien era experto para incomodar ambientes. El Rafael era similar al Marco, un poco más maduro y no trataba a las minas como el hoyo, pero parte de su personalidad era similar. Y aún no lograba asimilar que era primo del Pablo.
El mundo es muy pequeño y nadie se da cuenta de eso.
—Ya... ¿Y por qué si se puede saber?—pregunta la Ale, parándose de la banca y poniéndose frente a mí con los brazos cruzados.
—El Pablo tiene un primo.
—Si, si me contó.—dice el Jeremías, con el ceño fruncido.
—Ese primo, es el Rafael...—arrastro las palabras, queriendo correr en este momento.
Los primos se miran entre sí y el Jeremías traga saliva, mientras que la Ale se lleva un par de dedos a la boca para morderse las uñas. Acción que hacía cuando no sabía que hacer o cuando una situación le incomodaba.
—¿Me estás huebiando?—pregunta el moreno.
El Jeremías y el Rafael fueron compañeros de curso, y a pesar de que el primero repitiera, seguían hablando debido a que ambos pertenecían al mismo grupo de amigos. Aunque, por lo que sé las cosas entre ellos el año pasado no terminaron bien. Por alguna razón que desconozco se pelearon y como el Rafa se fue a Valparaíso, no volvieron a hablar. Mientras que la Ale usó al Rafael para olvidar al ex, cabe aclarar que el primo del Pablo estaba de acuerdo, también él fue uno de los muchos que la intentaron ayudar a salir de la relación tóxica que tenía.
—Yo quiero hablar con él...—dijo el Jeremías.—Le voy a hablar para que nos juntemos hoy día y así tú puedas ir a ver al Pablo tranquila.
—Pero no es necesario...—niego con la cabeza. Sentía que me decía eso por presión u obligación.
—Si lo es, capaz viene por el fin de semana no más, y es la única oportunidad que tengo para aclarar las hueás.
Vuelve a responder el Jeremías, sacándose los audífonos.
—Ojalá no se agarren a combos po, sería mucho.—murmura la Ale.
—Lo dudo.—digo, y mi amiga me mira incrédula.
* * *
Cuando levanto la mirada me encuentro con el Rafael, quien había abierto la puerta hace exactamente un minuto.
—¿Vay a pasar?—pregunta y yo sin decir nada, lo hago, pasando de él.—¿El Jeremías te dijo si...?
Paro en seco y me doy vuelta, asiento con la cabeza y luego hablo:
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Ni tan zorrón
Teen FictionEl cambio de casa y de ambiente obligan al Pablo a que salga de la burbuja de ignorancia en la que ha vivido durante toda su vida. También debe enfrentarse a las inseguridades que siempre lo persiguieron y, como no, al amor.