—¿Y qué vay a hacer?
El Jeremías deja el control en el sillón y luego, estira los pies mientras que deja el cigarrillo de marihuana entre sus labios. Segundos después lo prende.
Era viernes y habíamos salido de vacaciones de invierno por lo que el Jeremías me había propuesto ir a su casa a ver una película y fumar, invitación que me pareció excelente debido a que necesitaba algo para distraerme después de todo lo que había pasado en estos días. Sobretodo, necesitaba dejar de pensar en la Emilia por un momento, el hecho de que haya faltado desde el miércoles- el día en que ''discutimos''- al colegio me mantenía sumamente preocupado y en alerta. Supongo que el Jeremías se dio cuenta de mi mal humor y mi mal animo por lo que decidió invitarme.
—No sé todavía.—musito.—Una parte de mí me dice que vaya y la otra... Que no sea ahueonao.—Debido a esta última palabra, el Jeremías suelta una carcajada a la vez que comienza a toser.—Me sentiría muy culpable si lo hago, la verdad.
El tema de mi papá y yo dándole una segunda oportunidad aún seguía dando vueltas por mi cabeza manteniendo una confusión y cuestionamiento constante.
—O sea, tenís que pensar que le estay dando una oportunidad a tu papá.—me pasa el pito y se lo recibo.—Al mismo hueón que te provocó todos los traumas y el mismo culiao que le pegó a tu mamá... No sé.
Asiento levemente, mientras le doy una calada al cigarrillo, sintiendo la necesidad de relajarme más de la cuenta.
—Es que eso es lo que pasa.—hago una leve mueca, para luego botar el humo.—Tengo tanta rabia con él por las hueás que hizo, pero al parecer mi mente es tan débil que la carta de la otra vez logró manipularme tan bien... Y ahora tengo estas ganas de intentar eso.
Cacho que en la tele pone netflix, a la vez que recibe el pito.
—¿Y no hay pensado en ir al psicólogo?
Cuando escucho esas pregunta mi ceño se frunce de inmediato, porque tenía que admitir que los psicólogos y todo lo que tenía que ver con la cabeza me hacían sentir demasiados nervios e incomodidad.
—A veces... Pero... no tenemos plata pa eso, es caro.—murmuro, porque esta también era un motivo.
El Jeremías asiente con lentitud.
—Sí, es verdad. Pero... El psicólogo del colegio igual puede orientarte po.
En ese momento recuerdo cuando me castigaron por pelear con el Marco, en donde uno de mis ''castigos'' era ir a ver al psicólogo, cosa que no hice debido a que intenté evitarlo todo el tiempo.
Y a pesar de esto, de repente el ir a verlo ya no me parecía tan mala idea. No sabía si esta consideración era gracias a que ya me había pegado o que de verdad me parecía una buena idea.
—Voy a pensarlo...
De reojo veo como asiente con la cabeza y nos mantenemos en silencio, fumando mientras que algo que no conocía se reproducía en la tele. Apoyo mi cabeza en el respaldo del sillón y trago saliva debido a que mi boca se estaba comenzando a sentir seca.
Cierro los ojos fuertemente, intentando evitar que la Emi aparezca por mi cabeza. Porque al parecer estaba tan enamorado que no podía dejar de pensar en ella y en su carita tan linda. Y en ella sintiéndose mal gracias a mí.
Por suerte, el Jeremías vuelve a hablar, volviendo a distraerme.
—No sé.—musita, encogiéndose de hombros.—Si mi papá llegara acá a decirme que quiere volver a tener una relación conmigo y que cambió, lo mando a la cresta. Estoy ni ahí.—hace una leve pausa y luego me mira fijamente.—E igual te entiendo, ¿Cachai? Porque a veces hay días en los que estoy pal hoyo y como que tengo esas ganas de verlo... Es raro, hermano.
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Ni tan zorrón
Teen FictionEl cambio de casa y de ambiente obligan al Pablo a que salga de la burbuja de ignorancia en la que ha vivido durante toda su vida. También debe enfrentarse a las inseguridades que siempre lo persiguieron y, como no, al amor.