Me meto al baño por última vez y analizo mi apariencia. El uniforme es casi el mismo que el de mi otro colegio, solo que en este en vez de suéter se usa bestón, prenda que yo no tenía.
Mi mamá me dijo que durante la semana juntaría la plata y me lo compraría, debido a que estaba muy caro. Con suerte le alcanzó para la corbata.
Tenía unas ojeras demasiado marcadas debido a la falta de sueño. Puedo deducir que dormí apenas seis horas en todo el fin de semana. Mi pelo contaba con unas pequeñas ondas que eran imposibles de quitar, y mis labios estaban resecos.
Probablemente me voy a resfriar.
Bajo a la primera planta y el desayuno está servido en la mesa. Ahí están sentadas mi abuela y mi mamá.
—¿Cómo amaneció, mi niño?—preguntó mi abuela.
No estoy muy acostumbrado a estos tratos por parte de ella, por lo que me siento raro.
—Bien, abuela ¿y ustedes?—pregunto sentándome en una de las sillas, para luego echarle palta al pan.
—Bien po.—responde mi abuela.
—Hijo, yo te voy a ir a dejar hoy día, para que conozcas el camino al colegio. No es tanto la verdad, pero para que no te pierdas.—habla mi mamá para luego darle un sorbo a su té.
En su mirada había un brillo que pocas veces vi en ella. Se notaba más animada y cómoda.
Cuando terminamos de desayunar, nos fuimos al colegio.
Estuve todo el camino diciéndole a mi mamá que estaba nervioso por lo que ella me intentaba tranquilizar, aunque fue en vano porque cuando llegamos a la oficina del director sentía que me iba a hacer en los pantalones. Así de cuatico.
No soy bueno socializando con desconocidos y menos con personas que se relacionan dentro de un ambiente muy distinto al que yo estaba acostumbrado. Eso era lo que más nervioso me ponía.
—Acompáñeme, Pablo.—me dice el director y yo lo sigo, no sin antes despedirme de mi mamá.
Durante el camino hacia la sala me di el tiempo de analizar todo, o por lo menos lo que podía ver del establecimiento. El patio era más pequeño que el de mi colegio anterior. Bueno todo era más pequeño. Algo que también me llamó la atención es que habían muchos murales fomentando el arte y esas cosas.
El director para frente una puerta y sin tocar, la abre haciéndome una seña con la mano para que lo siguiera. Así que eso hice, sintiendo de inmediato la mirada de todos los que se encontraban en la sala, haciéndome sentir intimidado y fuera de lugar.
Fijo mi vista en el suelo, mientras que mis manos aprietan las correas de la mochila con fuerza y el director habla.
—Bueno jóvenes, denle la bienvenida a Pablo Bustamante. Espero que lo acojan bien.—me da unas palmadas en la espalda y se va, dejándome parado en frente de todos.
Le doy una mirada a la profesora y ella me sonríe de manera cálida.
—Pablo, ¿Te molestaría si te pido que te presentes de una manera no tan... fome?—escucho como la mayoría se ríe. Ella al notar que no tengo ninguna intención de responder, vuelve a hablar.—Puedes decirnos cuál es tu deporte favorito, cuales son tus metas en la vida...
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Ni tan zorrón
Teen FictionEl cambio de casa y de ambiente obligan al Pablo a que salga de la burbuja de ignorancia en la que ha vivido durante toda su vida. También debe enfrentarse a las inseguridades que siempre lo persiguieron y, como no, al amor.