Capitulo 3

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Probablemente me vea muy chistosa por la mueca que estoy haciendo. Pero no puedo creer que el zorrón que vi el viernes esté en mi colegio y con uniforme. Lo que significa que está estudiando acá, lo que significa que él es el nuevo.

—¿Esto es una broma?—hablo, recordando que él no era bueno haciéndolo.

Su cara es igual o más chistosa que la mía. Sus ojos están muy abiertos, sus cejas están levantadas y su boca está en forma de o. Cabe destacar que sus labios están secos.

—¿Qué estay haciendo aquí?—pregunto, aunque es muy obvio. Solo lo hago para sacar conversa.

El cabro se lleva una mano a la cabeza y de manera inesperada, sonríe.

—Soy nuevo po.—contesta con una pequeña risa entre medio.—Estoy impactado.

—Dímelo a mí.—me cruzo de brazos y apoyo mi espalda en la pared.—¿Quién iba a pensar que el zorrón que me mojó el viernes sería mi compañero de colegio? Nadie.

—Oye, no soy zorrón.—Alega.

—Ya oh.—me encojo de hombros.—¿Y por qué estay acá? ¿De un colegio cuico a uno pobre? Debe haber una razón po.

Su ceño se frunce al tiro y también apoya su espalda en la pared.

Silencio.

Y de inmediato me arrepiento por ser tan metida. Siempre me pasa, hueón, hago que la gente se incomode por preguntar cosas que no me incumben.

—O sea, si queris contarme no más.—añado.

—Mis papás se pelearon y con mi mamá nos vinimos a vivir donde mi abuela.—contesta, seco.

Me siento mal.

—Oye, sorry por-

Mis disculpas se ven interrumpidas por la voz del profe Jorge, el director.

—Señorita Núñez, señor Bustamante.—se para al frente de nosotros y ambos mantenemos el semblante serio.—Veo que ya está conociendo gente...—mira al zorrón Bustamante.

—Si.—contesta.

—Yo no tengo ningún problema con que conozca a gente y se incluya en el colegio, pero no en horario de clase po, Bustamante.—dice con un tono de gracia.

—Es que me mandó a llamar el psicólogo, no encontraba su oficina así que decidí preguntarle a Núñez.—contesta, apuntándome.

—Emilia.—murmuro.

Me carga que gente de mi edad me llame por mi apellido.

—Estaba a punto de llegar.—responde el señor.—usted dobla justo en este pasillo y están la mayoría de las oficinas.—indica mientras señala los pasillos.

—Gracias.—y no se mueve, de hecho se queda de brazos cruzados por varios segundos.

—Ya pue, ¿qué espera?—le llama la atención y Bustamante se sobresalta.—Vaya.—dicho eso, el zorrón se va con un cohete en el hoyo.

El director me mira y niega con la cabeza, mientras que yo le sonrío con gracia.

—Y tú Emi, deja de capear clases.—me reta y comenzamos a caminar juntos hacia la sala.—No vamos a estar como el año pasado, buscándote para todos lados.

—Tranqui profe, me mandaron a lavarme la cara.—comento con gracia y él me mira con duda.—Es que tenía sueño po, si las clases de biología no son lo mío.

Subimos las escaleras y seguimos caminando.

—Mmm, ya—me miró dudoso, porque el año pasado varias veces le había dado esa excusa.—Oiga, intente integrar a Bustamante.—me para en el pasillo y toca mi hombro.—No la está pasando muy bien y viene de un sector totalmente distinto a este, entonces le va a costar adaptarse.

Ni tan zorrónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora