Capítulo 5. Ojos opuestos.

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«Ojos opuestos»

Desperté con un pie sobre mi mejilla, ¿cómo es que mis hijos se movían tanto estando dormidos? Entreabrí mis ojos para averiguar de quién era: Alen

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Desperté con un pie sobre mi mejilla, ¿cómo es que mis hijos se movían tanto estando dormidos? Entreabrí mis ojos para averiguar de quién era: Alen. El niño estaba atravesado en la cama, con sus pies en mi cara y su cabeza en las piernas de Ada. Noah estaba debajo de él, acostado bocabajo.

Solo tardé unos segundos más en encontrar a Estrella, recostada sobre el pecho de su mamá. La mano derecha de Ada estaba sobre la espalda de nuestra bebé, para mantenerla pegada a ella, mientras que la izquierda se encontraba en el cabello de Alen.

«¿Estás despierta?»

Asintió, aunque tenía los ojos cerrados.

«Solo estoy dormitando»

«No ha sido nuestra mejor noche»

«Ni de cerca» —alzó sus párpados para poder mirarme—. «¿Cómo te sientes?»

«Estoy bien»

«Sé lo agotador que es usar la magia sin descanso, así que no me mientas»

«Solo estoy algo cansado» —admití— «pero nada que no pueda manejar»

«No más hechizos hasta que te repongas»

«Ya veremos»

Salí de la cama con mucho cuidado para no despertar a los niños y me dirigí al balcón, evaluando las praderas. Afuera seguía cayendo una fina capa de lluvia, aunque no se comparaba con la tormenta que se desató anoche.

«¿Papá?» —lo llamé, en silencio.

Elof se encontraba en las casas subterráneas.

«Aquí todo está bien» —confirmó enseguida—. «El río resistió»

Exhalé de puro alivio y miré a mis espaldas, Ada había girado a Estrella con mucho cuidado para dejarla sobre la cama y ponerse de pie. Caminó hacia mí, con la duda grabada en sus ojos.

—Están bien —murmuré.

Ella asintió, tan aliviada como yo.

—Ves, te dije que no había razones para preocuparse.

—Sigue lloviendo —comenté—, debería hacer unas cuantas rondas para comprobar los estragos de la tormenta.

—Lo haremos juntos —ofreció— podrías necesitar mi magia.

—¿Después del desayuno? —sugerí.

Ada miró la cama y a los tres niños que aún estaban dormidos sobre ella.

—Disfruta los últimos minutos de paz —aconsejó— porque están a punto de terminarse.

—Disfruta los últimos minutos de paz —aconsejó— porque están a punto de terminarse

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Féryco. Ezra Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora