Capítulo extra. Bruja roba corazones.

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«Bruja roba corazones»

AIDEN. PARTE I

9 años atrás

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9 años atrás.


El tan esperado cumpleaños del rey por fin había llegado, así que esa mañana todos estábamos libres de reuniones y yo había decidido dormir hasta tarde. Al menos, esa era mi intención, pero la voz de Ada penetró en mi cabeza sin previo aviso y me hizo saltar de la cama.

    «¡Aiden!» —Le mandé un gemido de protesta. Por supuesto, ella me ignoró—. «¿Qué esperas para venir a desayunar?»

    «¿Qué hora es?» —refunfuñé.

    «La hora del desayuno»

    «Ada» —me quejé. Ella utilizó su voz de cachorrito, esa a la que nadie podía negarle nada.

    «Por favor, quiero desayunar con toda mi familia. Hace mucho que no lo hago»

Le mandé un suspiro dramático.

    «Ya voy»

«¡Apúrate!»

Me levanté de la cama sin dejar de refunfuñar, no era la primera vez que me preguntaba de dónde sacaba tanta energía esa mujer. Me vestí con lo primero que encontré y tras un rápido vistazo en el espejo decidí que no valía la pena peinarme, hoy mis rizos negros estaban incontrolables.

Bostecé durante todo mi camino hacia la cocina, mientras me quitaba las lagañas que quedaron en mis ojos amarillos. Fruncí mi ceño al escuchar un ruido inusual saliendo de la cocina y parpadeé sorprendido cuando entré y me enfrenté al bullicio.

    —¿Qué está sucediendo? —pregunté en voz alta a nadie en particular.

No tardé en comprender que Ada era la causante de todo, tampoco pude evitar sonreír al verla de pie junto a la mesa con Eira en brazos, mientras hacía reír a la bebé de poco más de año con sus caras y gestos. Al escucharme, sus ojos azules se clavaron en mí.

    —Estaba a punto de ir por ti.

Rodé mis ojos ante la amenaza tan exagerada mientras me acercaba a la mesa para tomar un lugar junto a mis padres, quienes platicaban alegremente con Joham y Amira. Jared y Flora ya estaban ahí, también. El primero amenazando a Ada con la mirada cada vez que ella hacía flotar a Eira para que la pequeña riera aún más fuerte.

—Ada, por favor —suplicó su hermano—. Va a darme un infarto si veo a mi hija volar otra vez.

—Pero le gusta —se defendió, señalándola. La sonrisa de Eira era inmensa—. ¿No la ves?

—Ya quiero verte cuando tengas tus propios hijos y yo los haga volar de esa manera.

Ada le mostró todos sus dientes con una sonrisa peligrosa.

Féryco. Ezra Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora