Capítulo 30. Tesoros compartidos.

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«Tesoros compartidos»

Ahí abajo los días no se diferenciaban de las noches

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Ahí abajo los días no se diferenciaban de las noches. Todo era penumbra, oscuridad y lumbre plateada, así que no estaba seguro de cuánto tiempo había pasado desde la última visita de las brujas.

Me perdí a mí mismo en la noción de las horas y no supe si esos tres días estaban siendo realmente eternos o ellas decidieron dejar pasar más tiempo para confundirme, desesperarme, quebrarme...

El estómago vacío me dolía, pero esa no era la mayor de mis preocupaciones. Me sentía más débil de lo que me hubiera gustado admitir y ya no tenía la energía suficiente para luchar en contra de las cadenas. De todas formas, mis muñecas y tobillos estaban tan lastimados que seguir con eso hubiera sido una estupidez. No podía permitir abrirme la piel y comenzar a sangrar o me debilitaría aún más.

Al mismo tiempo mi lengua estaba pesada y mi boca seca, deshidratada. Y me atrevo a decir que el ardor de mi garganta dolía muchísimo más que el hambre voraz que me dominaba. Escuchar el murmullo del agua corriendo a mi alrededor solo lograba que mi sed aumentara, así que cerré mis ojos e intenté desesperadamente concentrarme en algo que no fuera mi sed o mi hambre.

Apoyé mi frente en mis rodillas y me concentré en mi respiración. Pensé en Ada para distraerme, era lo único que había logrado tranquilizarme en esos días. No me enfocaba en la incertidumbre de lo que fuera a pasar ni me atrevía a pensar si volvería a verla. No. Prefería concentrarme en esos recuerdos del pasado, en los tesoros que compartimos.

Uno muy especial llegó a mi mente y sonreí para mis adentros, rememorándolo.

Al ver que la reunión con mi corte se estaba alargando más de lo esperado, tuve que ponerla en pausa para continuarla más tarde

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Al ver que la reunión con mi corte se estaba alargando más de lo esperado, tuve que ponerla en pausa para continuarla más tarde. Después de todo, era un tema que podía esperar.

—Me están esperando en Sunforest —fue la única explicación que tuve que dar para que mis hadas asintieran y me dejaran ir.

Finalizada la reunión Loan y Elof se unieron a mí para marcharnos juntos al bosque mágico donde mi impaciente esposa me estaba esperando. Le había prometido que no se me haría tarde, pero el tiempo de aquella reunión se me salió un poco de las manos. Me pasaba seguido.

Féryco. Ezra Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora