Capítulo 55 (II). Hogar, dulce hogar.

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«Hogar, dulce hogar»

Parte II

Cuando los siete estuvimos bañados, cambiados y vestidos con nuestras mejores ropas, Ada nos miró con orgullo, aunque ahí la que destellaba era ella y yo apenas podía apartar la vista de mi esposa

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Cuando los siete estuvimos bañados, cambiados y vestidos con nuestras mejores ropas, Ada nos miró con orgullo, aunque ahí la que destellaba era ella y yo apenas podía apartar la vista de mi esposa.

Se había vestido con un fino vestido de hilos plateados que asemejaba una lluvia de estrellas. Los hombros cuadrados terminaban en largas mangas de murciélago y un profundo escote en v le llegaba hasta el ombligo. La abertura en el muslo de su pierna izquierda no dejaba nada a la imaginación.

Estrella traía un vestido esponjoso que parecía hecho con el mismo material y nunca vistió algo que combinara tanto con su nombre como eso, puesto que la plata de la tela más el color de sus ojos la hacían ver como una auténtica y muy brillante estrella del cielo. Para rematar, el pelo rojo de las dos destacaba en rizos hermosos.

Noah, Alen y yo también estábamos vestidos de manera similar, con trajes grises que combinaban con nuestro cabello cenizo, solo que el de Noah tenía bordes dorados que resaltaban sus ojos y el de Alen detalles azules, para que también armonizara con su mirada.

Ada se hincó para poder abrazar y besar a los tres, estaba encantada con su aspecto.

—¡Todos están guapísimos! Tú también Jamie. Y Eira, no me canso de decirte que eres la princesa más hermosa de Sunforest.

Nuestros sobrinos estaban vestidos de un precioso color jade que también resaltaba sus ojos; Eira con un suave y fino vestido de terciopelo, mientras que Jamie con un traje a la medida que lo hacía parecer un mini Jared. Su hijo y mi cuñado eran idénticos tanto en los ojos verdes como el rubio cabello revuelto.

Ada también los abrazó y besó, justo cuando llegaron a quienes estábamos esperando.

—¡Ahí están mis pequeños! —festejó Jared con una enorme sonrisa.

—¡Papá! ¡Mamá! —Eira y Jamie corrieron despavoridos hasta dejarse caer en los brazos de su padre. Jared cargó a cada uno con un brazo para darles una vuelta y después depositarlos en el suelo de nuevo junto con un abrazo. Flora se inclinó junto a ellos para llenarlos de besos.

—Los extrañamos mucho —dijo la forestniana acariciando el peinado de flores de Eira que Ada le había hecho de nuevo con tanta dedicación—. Estás preciosa, hija.

—Díganme la verdad. —La malicia en la voz de Jared fue evidente—. ¿Su tía los aburrió?

—¡Fue muy divertido!

—Hicimos un campamento.

—Quemamos bombones.

—Dormimos bajo las estrellas.

—Montamos un lobo.

—Jugamos con las sirenas.

—¡Quedamos todos mojados!

Féryco. Ezra Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora