«La bestia»Me hice añicos.
Esa era la única palabra que se acercaba a la manera en la que me sentía. Vagamente, comprendía que mi cuerpo se encontraba entero y unido, pero era mi interior el que estaba tan destrozado que presentía que aquello no tendría reparación.
Yo estaría roto hasta mi muerte.
Una solitaria lágrima se escapó para deslizarse por mi sien hasta perderse en el suelo de la caverna y esa fue la única señal de rendición, el último gesto humano que mi alma mutilada logró emitir antes de que una bestia sin piedad tomará el control de las sobras que quedaban de mí.
Mi lobo interior rugió con fuerza, buscando la manera de salir, de huir de esa cárcel que ahora era mi cuerpo. El brazalete plateado que dominaba mi magia se lo impidió, pero la bestia estaba tan furiosa y llena de rabia que logró escapar por las grietas.
Y yo ya no tenía fuerza para someterlo. Así que lo dejé emerger, hacer y ser. Sentí como la poca cordura que me quedaba era dominada lentamente por la bestia, como controlaba mi cuerpo humano, reclamándome en silencio porque yo no había logrado defenderme.
Si las brujas se dieron cuenta de eso, no lo supe. Estaba seguro de que prestando un poco más de atención ellas notarían la humanidad abandonando mis ojos, pero Morwan había guardado de nuevo el etter en su bolsillo y sus dedos huesudos acariciaban los costados de mi cuerpo, lenta y concienzudamente.
—Lo logramos —susurró.
Moll se inclinó aún más sobre nosotros, llena de fascinación.
—¿Qué es lo que necesitamos de él?
—Una costilla bastará.
—¿Una costilla? —repitió con reservas.
—La costilla del rey... será la llave perfecta —refutó Morwan, convencida.
La bruja no necesitó abrirme para tomarla, su mano simplemente se hundió en mi piel como si fuera agua, provocando una segunda oleada de dolor que me tensó hasta la punta de los pies.
Un segundo crujido me provocó un flashazo blanco que casi me deja inconsciente y cuando la mano de Morwan salió de mi cuerpo, había un hueso largo y plano entre sus dedos. El dolor hizo que la bestia que ahora me dominaba rugiera de nuevo y, esa vez, la bruja sí le prestó atención al sonido.
Una chispa de miedo atravesó sus ojos y se movió a tiempo, ya que las fauces de la bestia se cerraron en el aire, donde segundos antes había estado su mano.
Moll entrecerró sus ojos, dándose cuenta de que algo no iba conforme a lo planeado.
—¿No se supone que moriría? —inquirió.
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Féryco. Ezra Rey.
FantasyEl rey de las hadas aún no sabe que nunca volverá a ser el mismo una vez que descubra quién está detrás de los asesinatos que amenazan a su reino. ¿Ezra Rey tendrá la fuerza necesaria para proteger a su gente, su familia y a sí mismo? ¿Cuánto tendrá...