Capítulo 47. Ojos vacíos.

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«Ojos vacíos»

Agité mis alas para saltar los escombros fácilmente y volver a caer dentro de lo que quedaba del salón del trono

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Agité mis alas para saltar los escombros fácilmente y volver a caer dentro de lo que quedaba del salón del trono. No tardé en identificar a mis tres hijos, aún protegidos bajo mi campo de fuerza. Noah alzó su cabeza para verme y el alivio de encontrarme a salvo se mezcló con las lágrimas que estaba derramando. Estrella yacía en sus brazos, inconsciente.

Plegué mis alas y desaparecieron al esconderse tras mi espalda, dejándome de nuevo solo con mi cuerpo humano. Me acerqué a ellos con largas zancadas y el campo de fuerza se esfumó cuando estuve a su lado.

    —¿Están bien?

    —Estrella no despierta —informó Noah con desesperación.

Tomé a mi hija de inmediato y el corazón se me paralizó al apartar su cabello pelirrojo de su rostro para poder observarla. Estrella estaba pálida y descolorida pero sus labios se encontraban ennegrecidos, demostrando que el veneno si había entrado a su sistema.

Maldije en voz alta, sin importarme por primera vez que mis otros dos pequeños me escucharan. Los evalué seriamente al escuchar sus sollozos.

    —¿Ustedes están heridos? —insistí.

Noah negó y se acercó a Alen al notar lo asustado que estaba su hermanito. Ambos tenían el cabello blanco por el escombro y también se veían algo pálidos, pero fuera de eso parecían estar bien. En cambio, a Estrella cada vez le costaba más trabajo respirar.

Miré por encima de mi hombro hacia el hueco del palacio y vislumbré la columna de fuego que se desataba furiosa hasta tocar el cielo. A la vez, una nube negra empujaba contra ella. Morwan y Ada estaban peleando en las praderas y aunque había fingido frente a Moll que aquello me tenía sin cuidado, no era así. Quería ir en su ayuda desesperadamente, pero Ada tendría que arreglárselas sola por el momento.

    —Sujétense a mí —ordené a mis hijos, volviendo mi atención hacia ellos.

Noah se aferró a mi ropa con una sola mano y con la otra abrazó a Alen, me aseguré de que ambos estuvieran bien agarrados antes de marcharme de Féryco sin volver a mirar atrás.

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Féryco. Ezra Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora