Pequeña Tregua

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POV NATALIA








— Nat, ¿Segura que estás bien? —

— que si, pesada — rodé los ojos concentrándome nuevamente en la carretera pero el sonido de mi móvil avisando la llegada de un nuevo mensaje me distrajo un poco.

Detuve las ruedas del coche cuando el semáforo bloqueó el paso y aproveché para echarle un vistazo al teléfono.

>Reina<
¿Ya estás en España?

Si mis cuentas no fallaban, Reina se iría en tres días a Estados Unidos y yo tendría que darle una puta respuesta a su propuesta, el problema es que aún no tenía ni puñetera idea de que decirle.

No podía dejar a Alba, no. Pero es que esa era la única manera en que ese hijo de puta la dejara en paz. Yo no podía sola.

— Nat, el semáforo —

Bloqueé el móvil y lo tire de cualquier manera sobre el asiento vacío a mi lado. No sabía que responderle.

Estoy realmente jodida.

—¿Estás bien? —

— Elena, ya me estás tocando un poquito los ovarios, eh —

— lo siento pero es que tienes una cara de haber visto un fantasma que te cagas ¿A qué si, cuñis? —

—¿Te pasa algo? —

— nada, no me pasa nada — les lance una pequeña sonrisa por el espejo retrovisor para contrastar el tono seco de mi vos.

Joder, ese mensaje ya me había jodido la tarde.

—¿Por qué tienes un arma? —

— deja de hacer preguntas —

— Nat, ¿Por qué tienes un arma? —

— es por... Protección, me ha salvado el culo más de una vez como hace unos minutos —

— entonces es cierto lo que dice papá — frene el coche frente al portón de su casa y me giré hacia ella.

—¿Que dice papá? —

— nada, olvídalo —

— Elena… —

— que estás metida en negocios turbios —

—¿Cómo en negocios turbios? — me quise asegurar de cuánto era lo que en realidad sabían.

— yo que se Nat, que vendes y te metes droga —

Apreté el volante y me gire nuevamente mirando la gigantesca madera que impedía el acceso.

— yo no me meto esa mierda —

— o sea que si la vendes —

— no...si, es... Es complicado —

— ya —

—¿Quieres salir a cenar con nosotras está noche? — cambie de tema antes de tocar terreno más pantanoso. — tengo muchas ganas de hablar contigo con tranquilidad —

—¿Y mamá? —

— vendré mañana antes de irnos a España... Cuando Mikel no esté —

— Natalia también es tu padre —

— ya —

—¿Por qué no entras? Están ambos y te hará bien hablar con los dos —

—¿Me hará bien? — solté una risita sarcástica.

cuidare de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora