La Cita

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POV ALBA








Habían pasado dos semanas desde que llegamos a casa y una semana desde que fuimos al hospital más cercano para que revisaran el progreso de Natalia, el cual, había ido a la perfección y por ello los doctores decidieron que era hora de quitarle las puntadas, su cuello ya había cicatrizado dejando ver sobre su piel una marca de un trébol, los moretones y magulladuras ya habían desaparecido junto con los contantes dolores de cabeza, y respecto a los mareos y fiebre solo habla sido una gripe inofensiva que Natalia había pillado y que la tuvo en cama tirada una semana completa quejándose como una bebé enanísima.

Pero finalmente estaba bien, ya se podría decir que estaba fuera de dolores de todo tipo y poco a poco todo volvía a la "normalidad"

La miré a lo lejos, estaba acostada en la cama balinesa que mis padres decidieron mandar a construir para que la morena estuviera cerca mientras no podía recibir el sol, así que mientras nosotros disfrutábamos de la playa y la arena Natalia nos miraba desde cerca en la cama, aunque, no era agradable estar en su posición era mejor eso que estar encerrada dentro de casa. Además, aquello no suponía un problema para Natalia ya que no era muy fanática del mar, ella prefería la piscina argumentando que el agua salada la dejaba pegajosa, sensación que no le gustaba ni un poquito.

El caprichito que mis padres decidieron darse con la cama balinesa estaba descubierta en la parte inferior dejándome ver a la morena concentrada en una llamada de su móvil, los laterales y la parte superior de la cama tenían telas blancas y sobre está había un pequeño techo deslizable sirviendo como escudo para controlar el sol, aunque brindaba la oportunidad de quitarlo si lo deseabas en la noche para observar las estrellas; y, además de esto, habían decidido que aquella cama tenía que estar acompañada por un deck de madera que empezaba desde las vallas de la casa hasta un lateral de la cama.

Aún me sorprendía lo que eran capaz de hacer mis padres por la morena, donde yo estuviese en su posición me hubieran encerrado en una habitación con llave para bloquearme la salida mientras ellos disfrutaban de la playa.

Esperé pacientemente a que terminara con la intensa conversación y cuando por fin bajo el móvil me acerque con una sonrisa y un botecito de crema en mis manos.

— hola —

— hola, nena —

—¿Todo bien? —

— claro, todo bien, ¿Por? —

— no, no, por nada. ¿No te metes? —

— sabes que no soy muy fanática del mar —

— Jo, pero es que quiero hundir a mini y se que mis padres no me ayudaran así que mi única opción eres tú — saque mi labio inferior formando un pucherito más que ensayado con el cual Natalia nunca daba un NO.

— así que solo quieres que vaya contigo para hundir a mini — enarcó una ceja.

— bueno… también podríamos hacer otras cosas — me encogí de hombros como quien no quiere la cosa.

—¿como cuáles? —

— ven conmigo y lo descubrirás — me incliné hacia adelante clavando mis manos en el colchón, rozando nuestros labios.

— no juegues con fuego eh, que te sales quemando y … —  no la dejé terminar, acabé con el poco espacio que nos separaba y conecte nuestros labios. Sus manos subieron hasta la base de mi cuello y su lengua penetró mi boca con fuerza siendo recompensada por un jadeo involuntario que salió de mi garganta.

cuidare de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora