Artefacto Para Trabajar

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Finalmente logré convencer a Alba de que era mejor que alguien la estuviese mirando. Decidíamos no decirle nada a su familia, no les queríamos preocupar sin saber lo que en realidad era esto, y teníamos la esperanza aún de que simplemente fuese un arrebato loco e inesperado de alguien pero que de ahí no pasaria nada más.

Simplemente quedamos en que íbamos a esperar, guardar la calma y ver lo que se nos venia encima.

El resto del día la pasamos juntas en su sofá, viéndonos toda clase de películas que se nos venían a la mente mientras comíamos helados, chocolates y golosinas veganas y sin lactosa. Luego nos echamos una pequeña siesta y después de esto el semblante de alba cambio completamente, su sonrisa volvió a sus labios, sus ojitos brillaban cuando algo le hacía mucha ilusión, y sus bromas de mal gusto y sin sentido regresaron.

El día llegó a su fin y con esto también se fué un poco de temor y tormenta, ahora estábamos un poco más preparadas y listas para cuando alguien se atreviese a hacerle daño, aunque eso en ocasiones no era del todo suficiente.

Alba me prometió que iba a pensar en tomarse un pequeño descanso en su música e iba a hablar con su discográfica y con todas las personas con que tuviese que hablar para que le dieran su opinión sobre aquella decisión.

Y mientras Alba iba hacer eso, yo tomé el camino hacia la casa de la Mari para echar una miradita a los documentos que tenía; quizás por allí podríamos empezar a investigar.

—¿Cómo está Alba? — pregunto la Mari al instante en el que sintió mis pasos cruzar la puerta.

— como puede — respondí caminando hacia ella para darle un pequeño beso en su mejilla que recibió con gusto. — ayer estaba un poco de bajón pero hoy a amanecido mucho mejor —

—¿En dónde está? —

— en el estudio — y cuando iba a replicar, volví a hablar.
— Damion la está cuidando —

—¿Damion? —

— sí, el me la cuidara muy bien — tome asiento en el sofá.

— tienes razón — se giró en dirección a su habitación y luego paso corriendo a la cocina haciéndome soltar una pequeña carcajada.

¿¡¡Que la pasa?!!.

— mira — me tendió un sobre, una carpeta y una cerveza.

Ah, por eso fue a la cocina.

—¿Y pab? — abrí la cerveza y dí un largo trago de está.

— está al caer, iba hacer unas compras — asentí y luego miré pensativa los papeles.

—¿Tenemos algo del que tirar? — pregunté.

— míralo por ti misma, quizás encuentres algo que yo no — se sentó a mi lado.

Tome el sobre y deslice con cuidado los papeles que habían dentro.

Fernando González.

Una foto de un chico moreno lleno la hoja en blanco de la primera página, en la segunda página no había algo mucho más interesante.

Nombre completo, edad, trabajo actual, trabajos anteriores, estudios, recomendaciones…. Lo típico que se tiene que saber para vender alguna propiedad; pero para mí era muy poco, no me decía nada sobre realmente la vida de aquel chico y esto me dejó un sabor amargo en la boca.

Esto no era lo que yo quería y no me servía para un carajo.

—¿Esto es todo? — guarde nuevamente las hojas en aquel sobre.

cuidare de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora