¿Despedida...?

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SIN POV 


El saludo formulado por la morena había quedado colgado en el aire, como si no se lo hubiese dicho a alguien, como si tuviese más oportunidades de respuesta por una pared que por parte de la rubia, pero es que el tono de voz que había empleado Natalia acompañado con una diminuta y tímida sonrisa, como si nunca en su vida hubiese hecho daño a alguien, habían dejado completamente fuera de juego a Alba. 

Tuvo un verdadero conflicto con su cabeza mientras le ordenaba a su cuerpo que se controlase y no enloqueciera cada vez que la voz de Natalia llegase a sus oídos. Mientras la rubia solucionaba sus problemas con su propio cuerpo, la morena se deba hostias mentalmente repitiéndose una y otra vez que no tenía nada que estar haciendo allí.

Había estado frente aquella puerta aproximadamente unos quince minutos repasando detenidamente los pros y los contras de tocar la madera, pero no terminaba de aclarar un poco su mente, quizá podía llegar diciendo que pasaba cerca y había decidido saludar pero aquello absolutamente nadie se lo creería, al siguiente minuto pensaba que tal vez decir la verdad no era tan mala idea pero de alguna u otra forma aquello era invadir el espacio de la rubia, era llegar a un lugar donde quizá no era bienvenida y no sabía como iban a reaccionar las demás personas. 

Que si bien en la mañana de nochebuena el abuelo había aceptado hablar con ella y hacerle llegar el regalo a la rubia, pero no sabía como se lo iban a tomar los demás miembros de la familia, no sabía como se lo iba a tomar Alba.  

Cuando finalmente había podido reunir las fuerzas necesarias, dio unos leves saltitos sobre sus talones y sacudió sus manos como si se tratase de un jugador de fútbol a punto de salir a jugar el más importante partido de su vida, y con suavidad, muchísima más de la que había planeado, golpeo la madera, teniendo que hacerlo nuevamente eliminando la torpeza de sus nudillos. 

Lastima que aquella valentía le hubiese durado apenas unos segundos, los segundos que tardo la rubia en abrir la puerta y dejar a Natalia con su mentón casi tocando el suelo y no era para menos, ese traje le sentaba como un guante, cualquier ser vivo en el planeta se hubiese quedado paralizado al tener semejante belleza delante de sus ojos. 

—¿Qué...qué haces aquí? — aquello fue lo primero que salió de los labios de la rubia en forma de murmullo.

— yo...eh, esto... bueno... —

Parezco gilipollas, bueno... Soy gilipollas, es que aún no se que me estaba pasando por la cabeza cuando creí que era buena idea venir hasta acá, y para la guinda del pastel, sin saber hablar. 

Se repetía la morena una y otra vez en su mente tratando de por fin, conectar bien las palabras, pero antes de que su cerebro volviese a funcionar correctamente, las palabras de la rubia lo volvieron a fundir.

—¿Pasabas cerca y decidiste saludar? — cruzó los brazos sobre su pecho enarcando una ceja. — quiero decir, como a ti no se te ocurren excusas más originales entonces pensé que... —

— quería desearte... desearos un feliz año — por fin había recordado como unir las palabras para crear una oración coherente. —¿Crees que podrías dejarme pasar? —

La contestación de la rubia fue únicamente hacerse a un lado mientras terminaba de abrir la puerta.

— Alba si te molesta yo... —

—¡Pero mira quien decidió aparecer por aquí! — la voz de la Rafi interrumpió la creciente explicación de la morena. 

La rubia únicamente suspiró observando como absolutamente toda su familia se iba encima de la morena para darle la bienvenida, si normalmente eran intensos, ahora que tenían alcohol en sus sistemas todos, no quería imaginar como iba a salir Natalia de agobiada de allí.

cuidare de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora