Pronto Nos Veremos Señorita Reche

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— ¡He ganado! — me levanté de la mesa y tire las cartas mientras las otras dos me miraban con incredulidad. — nuevamente —

— ¡Eres una tramposa! — sentenció la Reche menor y la mayor asistió estando de acuerdo.

— ¡oye!, Yo no tengo la culpa de que ustedes dos no tengan ni puta idea de cómo jugar — me senté en el sofá y cogí a Queen para hacerle mimitos.

— nosotras no tenemos la culpa de que tú te mantengas todos los putos días en un maldito casino. ¿Cómo no ibas a ganar? — la Reche mayor se paro en frente mío y me miró desde arriba con una ceja en alto.

— yo no me mantengo todos los días en un casino — me encogí de hombros prestándole más atención a la bola de pelos que a la rubia.

— venga, juguemos otra vez — Marina junto las cartas y nos miró.

— paso, me cansé de ganar tanto —

—¡Ganas por qué haces trampa! —

—¡Mini!! Que yo no hago trampa — levanté un poco mi cabeza para poder lanzarle un cojín a la de ojos azules.

— Si Lacunza, yo ví cuando te metiste una carta en los zapatos — se levantó de la mesa y se paro junto a su hermana mayor.

— que mentirosa eres Mini. Yo no llevo zapatos — levanté mis pies, los cuales efectivamente estaban descalzos y moví mis deditos rápidamente.

Las dos mujeres se miraron entre ellas con sonrisas malvadas, y después de unos segundos en los que al parecer habían tenido una conversación por medio de su mente, las dos se lanzaron en perfecta sincronía hacia mi.

—¡No! — levanté a Queen para ponerla en medio pero Marina me la quito ágilmente, la dejo en el suelo y luego, cuando quise reaccionar mis manos estaban capturadoras encima de mi cabeza.

Alba se subió encima de mi cintura y cuando iba a llevar sus dedos a mis axilas freno todos sus movimientos.

— admite que nos hiciste trampa —

— que no os hice trampa coño, que yo… — no termine mi frase cuando sus dedos aterrizaron en mis axilas y luego bajaron hasta mi abdomen. — ¡Paren, paren, por favor! — trate de traer de vuelta la normalidad de mi respiración cuando las cosquillas fueron detenidas.

—¿Lo vas a admitir? — la Reche menor me miró por encima de mi cabeza.

— no voy a admitir algo que yo… — y nuevamente mi cuerpo se empezó a sacudir con la nueva ola de cosquillas. — os… voy…a…matar — advertí entre carcajadas, pero las dos no se tomaron muy enserio está advertencia.

— tienes dos opciones Lacunza — empezó la mayor.

— admitirlo, o morirte por un ataque de cosquillas — terminó la menor.

—¿Tú qué harías Mini? —

— yo lo admitiría Tata. Sin pensarlo —

Muchas hijas de puta. Yo solo podía mirar la conversación desde abajo, mientras daba patadas al aire y trataba de safar mis manos del alcance de Marina. Pero obviamente era imposible.

— BIEN… BIEN… LO HARÉ… — aspire profundamente reclamado todo el aire que tenía a mi alrededor, mientras las dos hermanas se miraban con una sonrisa triunfal.

Obviamente no les hice trampa, pero les iba a decir lo que querían escuchar por qué estoy muy segura que mi cuerpo no resistirá un minuto más con esta tortura.

cuidare de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora